...no creía en lo que veía, y siempre sospechaba que en cada persona la vida auténtica, la más interesante, transcurría bajo el manto del misterio, como bajo el manto de la noche...

Antón Chéjov, La dama del perrito

jueves, 23 de agosto de 2012

ejercicio iniciático


(Fotografía de Herbert List)



Cuando era estudiante de Arte me encerré una noche en la Galería de la Academia. Corria el rumor carbonario de que en ciertas fechas las estatuas bajaban de sus pedestales y hablaban entre ellas. Aunque nunca lo creí quise experimentar. Aquella prueba, que consideré un ejercicio de iniciación más de mi juventud, me exigía estar solo, aguantar con paciencia todas las horas entre las paredes de la Galería y controlar mis fantasmas.

Elegí el equinoccio de otoño porque había menos visitantes y podía esconderme mejor. Conocía al dedillo cada sala, lo cual facilitaba mi desplazamiento a oscuras. No obstante, la luna exhibía un cuarto creciente excesivo, favoreciendo la visión. Avanzaba lentamente el tiempo y yo llevaba recorrida varias veces aquella exposición hierática de dioses, héroes y monstruos sin que nada se alterase. Hice lo imposible por no quedarme dormido pero al amanecer caí en un sueño rotundo e invencible.

Soñé que me encontraba en una Galería de Arte para testificar si las estatuas tomaban vida al cerrarse el edificio. Y que en la hora más profunda de la noche las grandes moles de dioses, las medianas esculturas de los héroes y las desproporcionadas masas de los monstruos rompían su abigarramiento, cambiaban sus instalaciones, adquirían nuevas posturas, trocaban incluso sus roles y hablaban en lenguas extrañas. A veces se dirigían a mí con benevolencia, otras veces me ignoraban. Recorrían las salas rebajando sus portes altivos, subían amables y divertidas a los pisos superiores, se asomaban muertas de curiosidad a las tribunas y señalaban lúdicamente con el dedo el gran lucernario que cubría la bóveda. Lleno de alborozo yo caminaba tras aquel cortejo de imágenes, como si fuera uno de sus integrantes.

Me despertaron a empellones entre los ujieres del museo y la policía. Estaba solo, hecho un ovillo bajo la escalera principal. Todos los pedestales de las salas lucían el cerco polvoriento de unos pies ausentes. Al día siguiente la prensa habló, atónita, de un abandono en masa. 



10 comentarios:

  1. Hola! me gusta tu estilo. Encantada de conocerte. Espero que sigas escribiendo para poder seguir leyendo.
    Un saludo

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  2. Los solteros singles de mi barrio estamos indignados. Se ha instalado en el primero tercera un tipo que dice llamarse "el David" y se lleva de calle a todas las titis.

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  3. Me encantó la historia, además, la relatas con un estilo claro y personal que atrapa de inmediato al lector. Lo he disfrutado mucho.
    Un abrazo

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  4. Ja, ja, no soportaron tanta carne. O tal vez es que hablabas en sueños, desconsiderado okupa :) Me encantó!

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  5. Sara, gracias, si no me pasa nada te aseguro que lo seguiré intentando.

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  6. Vera, siempre es la luz la que abduce a todos, incluso a las estatuas.

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  7. Adam, ¿eso te preocupa? Más alta será su caída, fácil.

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  8. Francesca, que quisieron probar en las alturas, me temo...

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