...no creía en lo que veía, y siempre sospechaba que en cada persona la vida auténtica, la más interesante, transcurría bajo el manto del misterio, como bajo el manto de la noche...

Antón Chéjov, La dama del perrito

jueves, 15 de noviembre de 2012

despedida


(Fotografía de Herbert List)



Se estaba muriendo y pidió que lo dejaran solo. La hija de Franz Heine, que vivía en otra región, había acudido precipitadamente a verle. El padre le había recibido afectuoso y enternecido pero no estaba dispuesto a concesiones pusilánimes. “Déjame solo tú también”, le dijo, y añadió: “Necesito guardar duelo por mí mismo”. Como quiera que la hija se quedara perpleja por las palabras de su padre trató de animarle. “No estás en las últimas, ni pienses en cosas raras”. Pero él insistió con firmeza, sobreponiéndose con vigor a la debilidad que le acuciaba. “No he llegado hasta aquí para irme por las buenas, entregado a la necedad y la ordinariez de los hombres. Toda mi vida la he vivido como me ha placido y quiero que mi muerte sea objeto de mi propio e íntimo ritual. No, olvídate de esa clase de ceremonias como las que le hacen a todo el mundo. A mí me sobran. Sabes que no he sido hombre de iglesia ni de reconocimientos públicos ni he aceptado las instituciones que los poderes han establecido para dominar a otros hombres. Solo anhelo pensarme por última vez en estos momentos”. Y esto lo dijo con voz tan apagada que su hija, superando el asombro, se inquietó. Pero al sentir su respiración aún acompasada, salió respetando la decidida exigencia, más que petición, de su padre. La habitación permaneció en silencio. Franz Heine no habló ya con nadie. Se hizo un ovillo, sintió más frío y desde la oscuridad recordó. Recordó los mejores momentos y rió. Pensó en las peores situaciones vividas y percibió un acceso de bienestar por haber sobrevivido a ellas y estar muriéndose, no como  habían muerto otros de sus amigos o familiares, sino en un hábitat semejante al que nació. En ese instante necesitó expresarse en voz alta aunque solo él mismo fuera capaz de oírse. “Cara a cara contigo, Franz Heine, como jamás habías estado”, se dijo. “Cara a cara con tu último personaje, porque de ésta no te libras. Antes habían muerto ya tantos hombres que habitaron en ti. Habías desechado poco a poco las máscaras, los papeles, las representaciones que te habían encarnado sin que nunca tuvieras claro si se trataba siempre de ti mismo. Pero ahora eso se acaba. Has apurado la hez de la copa que la vida te ofreció generosa. ¿Qué quieres demostrar ahora con esa patraña de guardar duelo sobre tu propia ausencia?” Sus propias palabras emitidas parecían estar generando un personaje nuevo. El Franz Heine moribundo, altivo hasta el momento extremo del desgarro. “¿Sigues ahí, papá”, preguntó, no sin cierto sarcasmo, la hija interfiriendo la soledad de su padre. Pero el último álter ego del supuesto Franz Heine no respondió.



22 comentarios:

  1. Morimos solos, aunque estemos rodeados de afecto. Franz lo entendió.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como vivimos solos, James...y entiéndase esto. ¿El precio de la libertad personal y de creernos "poseedores" de nuestras vidas?

      Siempre discutible, mas no perderlo de vista.

      Eliminar
  2. Me he angustiado un poco, cosas mías...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claro, lo entiendo, F., es muy subjetivo -muy propio, muy de cada uno, muy sentido, muy profundo, etc.- el mundo de las emociones. Pero que letras como estas provoque reacciones en otros me hace pensar.

      Eliminar
  3. Pedir soledad para morir es como pedir un adelanto de algo que vas a tener eternamente... pero en esa posición fetal es como realmente se cierra el círculo.
    Prosa de muchos quilates, sí señora.



    besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si me permites un matiz, Decenizas. La soledad al morir, se pida o no, existe. Simplemente el abandono aparente a los ojos de los demás en que una persona cae en ese espacio-tiempo llamado agonía ya es soledad. Maravilloso mantener consciencia hasta el final, aunque los del entorno se crean que el moribundo no se entera de nada. Ahora bien, mi concepto de la materia me lleva a finalizar el proceso de la soledad en ese punto. Después no hay Nada.La soledad no es un adelanto, a mi modo de ver, por lo tanto, sino un fin (y Fin) en sí mismo. Tiene más sentido la soledad de la última fase del proceso si se relaciona con el pasado. Personalmente pienso que, como es algo ineludible, hay que apreciarlo como algo que da sentido al individuo. (Tema aparte es el dolor, la miseria en que uno puede morir, etc.)

      Disculpa que me haya extendido, pero tu coment me lo ha propiciado. Gracias.

      Eliminar
  4. Respuestas
    1. Ay, Éxodo, me conformo con que se entienda, al menos. Muchas gracias por seguirme.

      Eliminar
  5. La última y sincera representación, cara a cara, solos y solas.
    Un relato intenso, besito.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bien dicho, y mira que en la vida tenemos representaciones, giras, apariciones en público y privado, etc. de nuestros personajes. Muchas veces me pregunto: el individuo, en su estertor, ¿será sincero del todo consigo mismo o se inventará otro personaje que le permita hacer más llevadero el tránsito a ese dejar de ser? Dejémoslo mejor para cuando nos toque a cada uno.

      Eliminar
  6. Intenso y poderoso. Me recordó de refilón aquello de que hay muertos que nuncamueren y vivos que no conocen la vida...Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vaya con la frasecita, V. Metafórica pero no menos real. Cuántos muertos vivientes abundan por nuestras calles. Cuántos muertos reales viven en la memoria, la referencia o el reconocimiento de los vivos.

      Muy oportuno, sí.

      Eliminar
  7. Hay una cierta dignidad en Franz...que yo no sé si la tendría. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Seguro que sí. La dignidad es parte de nuestro ADN. Otra cosa es que no siempre sepamos hacerla prevalecer en nuestros actos, ¿no crees? Un abrazo.

      Eliminar
  8. Estoy de acuerdo
    Si se puede morir la vida
    como no poder vivir la muerte?

    El matiz quizá radica en ser libre para aceptarla
    Y en la soledad para enfrentarla.

    Me ha encantado
    Es mortal...como la vida misma

    bESOS

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Leni, creo que hasta el último estertor, hasta el último momento de respiración o de contenido de energía dentro de un cuerpo, se sigue viviendo. Y ya queda todo justificado o, como diría el burócrata de las vidas, si lo hubiera, archivado. No me cabe duda de que esa etapa última tiene que tener manifestaciones diversas, no necesariamente solo de angustia o acaso desesperación (depende de las circunstancias, la edad, el dolor, el desánimo definitivo que cada uno tenga acerca de la vida vivida) sino de un sosiego conseguido, lasitud o simplemente carencia de fuerzas y una mente que se adecua al momento.

      Gracias por tu valoración. Un abrazo.

      Eliminar
  9. Me sigo sorprendiendo gratamente por la calidad de tus escritos. Hay un estilo definido. Hay poder en la ficción breve.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eres muy amable con tu enjuiciamiento sobre los textos. Yo me dejo llevar hasta donde llegue...

      Un abrazo.

      Eliminar
  10. Podemos prescindir de toda compañia pero a fin de cuentas la soledad es eso : añorança de amor .Y para creerse el papel aunque sea ante la muerte solo cabe estar loco, aunque se quiera mantener cierta actitud àcrata .
    Quiero creer pensar, que sea asi.

    . Sus escritos , coincidimos sus seguidores, hacen pensar y esa finalidad es suficiente. Se me pasa por la mente con este escrito Samuel Beckett. Me extendi tambien pero sin decir nada nuevo , esta entrada es genial .

    Gracias y salut.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy bien esa expresión: añoranza de amor.

      ¿Creerse el papel? Y quién no. Pero aunque se esté loco, no olvidemos que los locos, como los niños, son los que dicen las verdades.

      Agradezco tu comentario y ese punto de estímulo que, no obstante, me produce rubor.

      Eliminar
  11. Ya voy entendiendo este ensamblaje. Me gusta como desarrollas tus historias. Complejas y con detalles, perceptivas e íntimas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro que detengas tus pasos por este territorio. Eres muy amable.

      Eliminar