...no creía en lo que veía, y siempre sospechaba que en cada persona la vida auténtica, la más interesante, transcurría bajo el manto del misterio, como bajo el manto de la noche...

Antón Chéjov, La dama del perrito

jueves, 13 de junio de 2013

entre carneros



(Fotografía de Emmet Gowin)


“Me acuerdo mucho de mi madre”, dijo mi longevo padre durante la cena. Mientras le escuchaba traté de calcular la intensidad de un recuerdo que para mí era ajeno. No sé si porque siempre había creído que acordarse de una madre era mera propiedad de la infancia. “¿Te acuerdas porque eres viejo y sabes que ya nada te puede salvar?”, le dije con escasa delicadeza. Se encogió de hombros y se limitó a responder: “Me acuerdo”. Fuera real o un mensaje oculto, aquello me hizo pensar en el desprendimiento que yo había mostrado acerca de los seres otrora queridos. Que yo apenas recordara a mi madre muerta, menos a mi esposa huída y en absoluto a mis hijos desperdigados por ni se sabe dónde, mientras él hiciera ostentación de una fidelidad a su propia memoria me asombraba. “¿Quieres decir que yo también me acordaré de ti cuando ya no estés?”, le solté a bocajarro tendiendo puentes. Pero sus respuestas solían ser bruscas y expeditivas: “De mí te acordarás siempre”. Y este toque presuntuoso me provocó. “No estés tan seguro”, contesté áspero. Él detuvo el movimiento de su cuchara, levantó los ojos de aquel plato de difusa pasta de lluvia y golpeó secamente el fondo, con un ademán entre infantil y autoritario. Alzó la cabeza y nuestras miradas de reto se encontraron a medio camino. Cuando mi padre clavaba en mi sus ojos, pequeños y agudos, envueltos en la celosía de unos párpados rugosos y ocultos a medias por unas cejas desaliñadas, daba la sensación de estar concitando la unión del cielo y del llano, auspiciando una tormenta advenediza y furiosa. 

No dijo nada. Volvió al ejercicio de la cena pausada, troceó el pan y lo fue depositando sobre la sopa con el gesto del viejo campesino que llevaba dentro todavía, como si sembrase sobre tierra baldía. Controló el temple y su voz medida sentenció: “Siempre has sido un ingrato. Y ni siquiera ahora en que está tu padre como está eres capaz de cambiar”. Pensé que acaso tuviera razón, pero ¿cómo no manifestar por mi parte cierto espíritu de mezquina venganza que pusiera las cosas en su sitio? Ambos callamos. Los silencios que no parecen tener fin tienen algo de muerte. Mueren los bellos recuerdos, si aún queda alguno; mueren los escasos ideales en los que alguna vez uno creyó; mueren los sentimientos que nos parece que han sobrevivido a las sucesivas catástrofes de nuestras vidas. Aquella aguada repleta de migas no parecía menguar. “Si no te apetece no lo termines”, le dije suavemente para apaciguar el encontronazo. Él me ignoró y concentró su empeño en agilizar las últimas cucharadas. Adiviné su pensamiento: “Como lo que quiero y de la manera que quiero”, fantaseé que pensaba. Ello me suscitaba tanta animadversión como si le estuviera oyendo pontificar autoritario y exigente. “Para un poco, vas a atragantarte”, le recomendé preventivamente. Hizo un gesto de que le quitara el plato, sujetó los cubiertos con ambas manos, pellejudas y lacias, y me increpó: “Siempre has sido un desagradecido, hijo”. 

Yo habría preferido que hubiera evitado el vocativo; lo agravaba todo. No paró ahí: “Y tu madre sufrió mucho por ello”. Me dieron ganas de decirle que el sufrimiento de mi madre por mí manaba de la misma fosa séptica, es decir, de él mismo. Pero callé para evitar tener que escucharle una vez más aquella retahíla de reproches que infinidad de veces había dirigido contra mí. Mi fracaso de estudiante, mis problemas con la justicia, la aventura de marcharme al continente lejano, los años que no tuvieron noticias mías, el retorno piadoso del hijo pródigo haciendo aquel acto hipócrita de arrepentimiento y sumisión. Y por último mi matrimonio frustrado en el que habían depositado todas sus esperanzas de recuperación acerca de mí para el orden familiar y que no abría sino una nueva caja de Pandora no menos cruel y amarga. Aquel paso fatídico por el que mi padre se jugó su prestigio social, o eso decía él, y mi madre perdió la fe en una religión que no había dejado de sacarla prebendas en lugar de reconfortarla. 

No eché leña al fuego y mi padre permaneció silente. Cuando una de las cuidadoras le trajo la ración -“qué bien has comido, campeón”, frase que a mi padre desagrada profundamente- el anciano afinó una sonrisa larga y malévola. “Bien sabes que yo no he creído en el infierno imaginario del que habla el clero, acaso porque he conocido muy de cerca el de este mundo”, dijo pausadamente. “Pero tu desafección solo me obliga a desear que te pudras en él”. No me sentía con ganas de responder a aquel hombre con otra barbaridad. Estaba claro que era una lucha de carneros donde no estaba garantizada la victoria de ninguno de los dos. Reí de la forma más despiadada que pude. Luego le encajé: “Vas a lograr que me acuerde de ti toda mi vida. No me cabe duda de que ambos vamos a pudrirnos en la peor de las tinieblas: nuestra soledad.” En el brillo de sus ojos perdidos asomó un conato de rendición.


45 comentarios:

  1. ¿Cuántos desencuentros, cuanto rencor se puede acumular? a pesar de las circunstancias a veces hay rencores infranqueables. Magnífico final.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay desencuentros, cuentas pendientes, perdones, venganzas...los seres próximos son verdadero grupo de riesgo de unos contra/sobre otros, ¿no crees? Un abrazo.

      Eliminar
  2. Tierna escena de dos pequeños hermanos merendando pan y chocolate en el jardín. ¿O no?
    Abracitos

    ResponderEliminar
  3. Esto no es un cuento que hace un aficionado a escribir cosillas. Esto es literatura de verdad. Aquí hay un engaño: no me creo que no seas escritor. De verdad, no me lo creo. Esto es demasiado bueno, es un trabajo fino, currado, bien hecho. Sólo se me ocurren dos posibilidades más:
    - que es un plagio... me pasó cuando tenía 17: monté un periódco en mi cole, se supone que para todo el mundo que quisiera escribir (tuve que abrir la mano o no iba a hacerlo ni el Tato)... un compañero mío me pasó un cuento escrito a máquina en un folio... empecé a leer y me quedé asombrado... "joder!" "joder!"... era bueno, no mi estilo, pero realmente bueno... nunca habría imaginado que él... se lo dije... admiración absoluta, respeto máximo... "impresionante!"... no fue hasta varios meses después que me pasaron un librillo de Kahlil Gibran, y leí de nuevo aquel "Máscaras"... No me cabía en la cabeza que el tipo en cuestión hubiera podido recibir mis felicitaciones, el testimonio encendido de mi admiración, como si tal cosa... ¿qué placer puede dar ser felicitado por el trabajo... de otro??? --- Y volviendo a tí, no puede ser plagio: son demasiado homogéneos tus relatos, tienen un sello propio (ese tono deprimente, oscuro, triste, preciosista, detallista, de alienación y fracaso...) como para ser de más de uno... tiene que ser tuyo, debe ser tuyo...
    - Pero si no has mentido de esa forma tan horrible, la otra opción es que eres idiota. Me perdonarás que haga como Pérez-Rebelde y te insulte ahora (ya te he podido ofender suficientemente por revelar mi barrunto sobre el plagio... salvo que te lo tomes como el mayor halago del mundo porque te estoy diciendo que es Literatura con Mayúsculas). Si no eres escritor, si no te estás ganando la vida con lo que escribes, ERES IDIOTA. Eso, o eres un genio de esos que hay por ahí, poquitos, que son físicos atómicos, tocan un instrumento en un cuarteto de jazz, acaban de ganar la Maratón de... pick a place... y, como hobbie, escriben, y lo hacen como todo lo demás, apabullantemente bien....
    O sea que o plagio o idiota o escritor que no quiere decir que lo es (no se me ocurre el motivo, pero la gente es muuuuuy rarita e incomprensible a veces).
    Pero esto, pa' mí, esto es literatura y no cuentecillo de blog ni ejercicio intelectual. No me lo creo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que no, Rafa, que me ratifico en todo lo dicho anteriormente. Que lo mío es ejercitar y, en la medida de lo posible, experimentar. Nunca he publicado ningún libro. últimamente me obsesiona la palabra más que nunca, acaso porque la edad me lo reclama, porque los tiempos tan edulcorados como cambiantes cada día decepcionan mucho, porque solo escuchamos frases hueras, barbaridades y necedades alrededor nuestro. Me preocupa utilizar la palabra simplemente para afianzar un cierto sentido del vivir. Con la palabra se traiciona y con ella uno se fideliza en su interior, sirve para intenciones duales y opuestas. Tal vez por eso cada vez me cuesta también más leer según qué cosas, digamos.

      Te aseguro que no te miento en nada. Me sacas los colores, pero agradezco que expongas con esa claridad y vehemencia tu punto de vista. No se lleva mucho hoy día. Eso dice de ti.

      Un abrazo y disculpa que no me extienda más.

      Eliminar
    2. Por cierto, que asumo ese afable idiota que me adjudicas con tanta bondad (me encanta, de verdad) Aunque me haces pensar con tu crítica. Sobre ganarse la vida de esta guisa...déjalo de lado, nos llevaría a una discusión amplia que no domino. En resumen: Plagio y escritor-que- no-dice-que-es pues NO. Idiota, también es relativo, pero ni pienso en ello, ja. Déjalo en amateur (sentido francés lineal), aquello que decía Barthes:

      "Amateur, del latín amator, el que ama, el que da algo a cambio de nada, que no lo hace por obtener rubato (beneficio) sino por la satisfacción de lo que pretende..."

      Ese nada se refiere a beneficio, porque claro que en todo lo que hacemos en la vida pretendemos obtener algo a cambio, aunque sea satisfacción (placer, comunicación, reconocimiento, acompañamiento, etc.) por lo que el altruista puro no existe, a mi modo de ver.

      Si no nos hacemos como diletantes no entraremos en el reino de la comprensión, que dice mi profeta particular que llevo dentro.

      Eliminar
  4. ah, y he dedicado a tu blog mi última entrada.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Lo acabo de ver, me abrumas. A ver si te digo algo en esa entrada.

      Eliminar
  5. "Los silencios que no parecen tener fin tienen algo de muerte."
    Llevarse bien o mal no es más que saber representar mejor o peor el papel que nos toca actuar respecto de unos u otros.Creo.

    ¿El peor de los infiernos es la Soledad o la Memoria que nos viene en ella? No estoy muy seguro... Casualmente, o no, me ha recordado a la actualización de este otro blog (http://nalocos.blogspot.com.es/2013/06/a-garrotazos.html).
    Podrían complementarse bien imagen y texto. Historia e intrahistoria no están siempre tan distantes, ya sabe.

    Mis respetos, my lady.
    PeteRP

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En efecto, la interpretación del papel es muy importante en esta canalla existencia, ¿no te parece? Pero suele dejarnos muy insatisfechos (siempre duales: nos quedamos a gusto si otros aceptan esa respuesta de rol y a la vez nos toca la inquietud por faltar consecuencia y sinceridad)

      Debatir sobre la gravedad de los infiernos puede ser muy subjetivo (no sé qué diría Primo Levi al respecto, o sí)

      Avec mes meilleures salutations, Pan Pantós.

      Eliminar
  6. Lo dijo Rafarrojas. Es literatura, sin más. Sabés que siempre lo pensé. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Literatura de la hura, seguro (sale de dentro, al menos) Gracias mil, Darío. Abrazo.

      Eliminar
  7. Lo que opino lo cuentan tan genialmente las palabras de Rafarrojas que es imposible añadir mas.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Uf, sí, mejor no añadir más que suben los grados de mi falsa modestia. Anda. Un abrazo.

      Eliminar
  8. Los reproches son platos fríos y reclamar ser memoria, un postre patético en un plato sin fondo,soledad, débil y frágil condición humana.
    Como siempre me quedo con tu forma y tu intención que me deja conmovida.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los reproches son terroríficos, lo peor que llevo en esta nada santa vida. Son las puertas de enconamientos, odios, manías, obsesiones, desencuentros...Pero ya sabes, no hay que estar de acuerdo con lo que se expone en mis letras. Gracias.

      Eliminar
  9. Me pasa una cosa cuando leo tus textos, dame. Disfruto de cada línea, de cada párrafo, de cada palabra que escribes y de cada historia… Pero estoy siempre deseando llegar al final (y no) porque sé que ahí encontraré el golpe de gracia que hará que tu historia se quede dando vueltas en mi cabeza por un buen rato. Nada se dice en ellas por decir, desde la primera línea. No sé si me explico.

    Un abrazo.

    (Estoy parcialmente de acuerdo con lo que te dice Rafarrojas Rojas varios comentarios más arriba: lo tuyo es Literatura)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que me miras con buenos ojos, Quelle. Mira, a mí suele pasarme con algunas novelas que no me gusta que llegue el final, que retraso su lectura...La meta no siempre garantiza la aportación de lo que encuentras en el viaje, ¿no?

      Un abrazo.

      Eliminar
  10. Cuando alguien te dice que nunca lo olvidarás nunca lo haces. Eso es un hechizo, no cabe duda. Como no cabe duda que lo que haces es literatura, en eso estoy de acuerdo con Rafarrojas. No lo estoy en absoluto en su desprecio hacia el cuento de blog, como él dice. Cada uno elige el formato que quiere para crear. Escribir en un blog no invalida tu talento como escritor, qué estupidez.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. cierto... pero no dices que no eres escritor. De hecho, muchos escritores (y periodistas, que son otros que a ratos se acercan a escritores) tienen blogs. Y ni siquiera hablo ya de escritores consagrados, sino de gente que tiene la pasión o el prurito o el sueño de serlo y que sabe que si nunca lo consigue algo se habrá quedado cojo en su vida (es mi caso).
      En todo caso, otra de mis inclinaciones es discutir, : )
      Y por otro lado, no sé si pedir perdón a la concurrencia (y al autor), o dar las gracias, o ambas... A mí me encantaría que alguien me leyera y que dijera de lo que hago es literatura.
      Un saludo y me largo ya (pa' no cansaros)

      Eliminar
    2. ¿Sabes, Fedora? Ese tipo de frases lapidarias (Nunca me olvidarás, nunca te olvidarás de tu padre, etc.) son terribles. Depende en qué contexto se hagan. Si es a través de una relación tormentosa y de choque para mí que revisten no sé si una cierta crueldad pero sí mucho elemento de posesión, de sentencia, algo así como: estás condenado a...no olvidarme, porque si lo haces andarás perdido. En el pasado temporal que yo he conocido se usaba con frecuencia.

      Estoy de acuerdo que cada cual elige el formato de escritura que quiere. Yo no hago de menos a nadie, sea cual sea su soporte expresivo. Solo comunico que esto de la red a mí me ha potenciado en mis mecanismos internos (de pensamiento, escucha, imaginación...) Acaso porque el medio es el mensaje, para bien o para mal.

      Eliminar
    3. Rafa, es muy simple: se escribe y ya está, no hay que ir diciendo si se es o no escritor, porque además acaso hay muchos que enseguida se lo cuelgan y a otros ni se nos ocurre, suena muy poco pudoroso. Ese nombre suele reservarse a gente que tiene una práctica de publicación más o menos frecuente o habitual, ¿no? Se escribe, como mucho se dice: escribo cosas. Ese es mi plano, sin mayores alharacas, entiéndelo. Es como el amar: se ama y ya está. ¿Hay que ir diciendo que eres amador, amante o mantis...?

      Tu afán e inclinación, como dices, de discutir me parece fastuoso. Con el tiempo se pierde gas en el debate o polémica, o se reconduce de otra manera (no siempre) pero yo antes practicaba mucho. Erré en abundancia pero aprendí a la par. Y hay algo positivísimo en discutir: que salimos de nosotros, que exponemos lo que pensamos...aunque esa actitud no todo el mundo la toma en serio, la respeta o condesciende con ella. Me ha pasado de todo.

      Eliminar
  11. ¿Qué más da si es literatura o no? ¿Qué más da si es un libro o un blog? La belleza habita en cualquier parte y los artistas y genios también. No hay nada más preciado que la libertad, incluso para crear y escribir. Gracias a esa libertad muchos te hemos encontrado y podemos disfrutar de tus textos.
    A personas que han marcado tanto tu vida, jamás las olvidas. Aunque en ocasiones hubieras preferido hacerlo.
    Gracias por estar, es un placer. Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Equilicuá, Detalles. Ay, libertad, cuánto me gustas, suelo repetirme cada día, aunque a veces traten de limitármela. Pero está cada uno para hacerla aflorar, y escribir es una manera. Gracias a ti por ese calor. Un beso.

      Eliminar
  12. Excelentes textos veo por aqui. Te felicito. Tenemos amigos comunes y entré para echar una mirada y quedé sorprendida. Cada vez más me gusta leer prosa ya estoy un poco cansada de leer poesia en los blogs.

    Estoy segura que volveré.

    Un abrazo desde Portugal.

    Flor

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por pararte en este territorio. Probablemente hay que leer de todo, pero también saber cambiar de género, de mensaje o de sentido. La fortuna de que se haya socializado tanto el escribir nos beneficia a todos. Claro que no es oro todo lo que reluce pero hay letras muy interesantes y atractivas en los libros y en la red.

      Un abrazo, Flor.

      Eliminar
  13. Tendrás que disculparme, yo no sé lo que es la literatura, me suele pasar con todo lo que alguna vez he estudiado, pero vengo aquí y leo. Y leo y leo.
    ¡Un abrazo! ^_^

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jorge, no pienses que yo sé más que tú (sobre qué es literatura o historia o estética o...) Simplemente, me dejo llevar. Agradezco tu sucinta pero matizada opinión.

      Un abrazo.

      Eliminar
  14. Respuestas
    1. Buena mano esa, y si se extravía por esta región no padezca. Ir a ninguna parte es el sino de nuestra existencia. Gracias.

      Eliminar
  15. De todo lo existente se puede escribir. De lo que no es, también. No hay diferencia. Solo el matiz de que se hace ficción formal de dos situaciones aparentemente opuestas. Es por eso que me agrada que escribas sobre amor y odio de manera más o menos recurrente. Un saludo.

    Miquel.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo entenderte. Escribir sobre los opuestos tensa la mirada, busca equidistancias y valora como abogado del diablo los dos puntos de fricción. ¿Algo así?

      Gracias por pasar, Miquel.

      Eliminar
  16. Resulta chocante que hoy todos los lectores hayamos sentido lo mismo. He leído tu entrada y me he dicho, la persona que está detrás de este blog es sobresaliente y sus relatos tienen calidad, riqueza de estilo, precisión y fuerza narrativa, en lo referente al texto, cuando el amor se apaga, aflora la angustia, había sobre la mesa una sopa de aguas turbulentas.
    Buenas noches y un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me gusta esa expresión: sopa de aguas turbulentas, una cosa es la forma y otra el sabor, está claro. Ya sabes que no todo es lírica en esta vida, Loli, y que las desdichas van por barrios. Me alegro te haya gustado. Y gracias por los piropos, un abrazo.

      Eliminar
  17. ¿Por que será que a la vejez siempre viene el recuerdo de la madre? lo he oído decir en bastantes ocasiones y aún recuerdo como mi abuela materna llamaba a su madre al final de la vida. Madre y abuela excepcional, luchadora, generosa, valiente, cariñosa, se acordaba de su madre, una tal Encarna que yo no conocí, y encontraba extraño que esa desconocida ocupase tanto espacio en la mente de mi abuela a la que yo adoraba.
    Ahora que soy madre he comprendido tantas cosas ... ahora le veo sentido a ese acordarse de la "madre" cuando nos hallamos en una encrucijada.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ana: el origen de la vida, con toda su carga cultural y emocional, además de biológica. Más la memoria de los primeros años...Algo así, ¿no crees? Es cierto, sobre todo lo he escuchado de boca de los más ancianos que he conocido. Paradojas. Ah, y en algunos casos se invocaba como elemento de protección; imagina a un nonagenario como si reclamase la presencia de su madre...qué profundidad. ¿Reclama solo a la madre natural o el tiempo imposible de la infancia en que aún los cuerpos están enriqueciéndose?

      Eliminar
  18. Muestra lo absurdo del adversariato y la pena de que exista una disfuncionalidad familiar.
    Cuando no hay capacidad de perdón hay que permitir por lo menos la del olvido. Del cual más temprano que tarde seremos pasto. Poco importa ante el hecho de que hay más de lo que ignoramos que de lo que sabemos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sería deseable como dices, Carlos, aunque hay de todo. En muchos casos no se da la visceralidad del texto, pero existe soterradamente el encono. Y hay muchas formas de despreciar o atacar al adversario,simplemente por vías de abandono, relegación, desinterés...Gracias.

      Eliminar
  19. Tiene razón la gente que te pregunta si eres escritor. Las cosas que escribes son con diferencia de lo mejor que leo últimamente y muchos escritores con renombre y innumerables best sellers no tienen nada que envidiarte. Esto es verdadera libertad y ganas de expresar las cosas.
    A veces las relaciones entre dos personas se basan en sentimientos que parecen pasivos como la inercia o el rencor pero a fin de cuentas son lazos fuertes y difíciles de romper.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las relaciones entre dos o más personas son siempre tan enrevesadas como sorprendentes. Larvadas, aparentes, fingidoras...nunca sabes lo que hay detrás hasta que...

      Gracias por tus opiniones. Hay que escribir con libertad: es un ejercicio que se nutre mutuamente.

      Eliminar
  20. Sobre la pregunta que haces sobre si reclamama a la madre natural o la vuelta a la infancia, yo creo que son ambas cosas. Hay una edad en la que te vuelves niño otra vez y supongo que vuelve esa inseguridad de la niñez, una necesidad de amor y protección ante una existencia vulnerable. Probablemente la ancianidad te devuelva la fragilidad, cuando ya has perdido el vigor y la fortaleza que tuviste en la madurez.
    Es un placer leer tus escritos, un saludo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ana, no obstante los estereotipos, yo creo que nunca abandonamos el hilo conductor. No sé si el de Ariadna deambulando por el laberinto para hallar la salida...sin lograrlo. La fase por excelencia de la infancia es la del descubrimiento, la curiosidad, el arrojo...Hasta qué punto perpetuamos a lo largo del tiempo estas características cada cual sabe. Sí, yo creo que pensar en la madre implica reclamar la seguridad y el afecto sin paliativos que tuvimos una vez y que no es de la misma manera nunca. Pero es que la madre supone también el origen. Los ancianos me merecen el mayor de los respetos porque, no obstante ser templados o aparentemente pasivos, mantienen una vida interior superior a lo que sospechamos. Solo la confidencian a algunos íntimos, y no a todos. Un placer tu paso para leeer aquí.

      Eliminar
  21. Debo felicitarte... el texto es perfecto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Eres muy amable, pero todo está en construcción. Lo importante es seguir, ¿verdad? Un abrazo.

      Eliminar