(Fotografía de Herbert List)
Si se quiere investigar bien, lo primero es la discreción más absoluta. Después, sangre fría. Más allá, operar como imaginas que actúa un asaltante. Algunas fuerzas influyentes de esta ciudad, siempre tendentes a señalar el mal en los demás y no admitir el propio, preferirían que utilizara de modo tajante el término delincuente. Pero ni está en mi competencia definición jurídica alguna ni veo motivos para tachar a la ligera de delito una simple intromisión. ¿Acaso es un crimen pasar una noche, o varias, dentro de un museo? Es verdad que quien sea que entre aquí no se limita a quedarse quieto sin más o a contemplar las obras y experimentar la compañía del mármol. Pero tampoco causa desperfectos ni roba nada. ¿Que tiene una conducta extraña y deja leves huellas sobre algunas esculturas, marcas fáciles de limpiar por otra parte? Sin duda, pero ¿no hay belleza en esta pasión extraña? Quien se acerca a las imágenes y comparte un reflejo de su carne con ellas ¿no pretende dotar de calidez la frialdad de las estatuas? ¿No trata de que aquello que simbolizan se convierta de alguna manera en materia humana? Un Apolo, ¿no ganará hermosura al contacto de unas manos? La Afrodita, ¿no sentirá su desnudez menos huérfana si la acarician con ternura? La escena de héroes que combaten, ¿no está invitando acaso a tomar parte en el pugilato y en sus fuerzas? Y el fauno, ¿no se verá recompensado si un cuerpo humano lo rodea con arrebato?
Quiero efectuar mi investigación en solitario. Los misterios hay que tratarlos con cautela, pues su componente confuso genera casi siempre dudas. Hay mucho tipo esotérico suelto cuyas ceremonias tienen que ver más con la muerte que con el conocimiento y el amor. También bromistas envidiosos que disfrutan trayendo en jaque la gestión de un museo modélico. Además, los medios informativos de alcance nacional ya han empezado ha interesarse y divulgan situaciones erróneas e imaginarias, guiados por el afán de llamar la atención. Me han contratado para aclararlo todo. No he dicho que no, pues la remuneración es elevada, pero sé que puedo fracasar en mi trabajo. Si fuera así me limitaré al caché y desapareceré de la ciudad. No me gusta ser objeto de mofa. Además no estoy seguro que se quiera saber la verdad, pues ésta nunca aporta los beneficios que desea la gente. ¿Acaso no está sirviendo todo este ruidoso asunto para que vecinos que nunca habían visitado el museo se acerquen en tropel? ¿O para que lleguen, ávidos de malsana curiosidad, gentes de otras provincias? Por lo tanto lo que me propongo hacer es quedarme encerrado las noches que haga falta sin que ni la dirección ni los empleados lo sepan. He encontrado una llave que abre una puerta discreta de los almacenes. Recorreré de modo exhaustivo y prudente las salas, me detendré en ellas a observar la oscuridad y el silencio. Al fin y al cabo sigue viva en mí la atracción de juventud por el arte antiguo, lo cual me permite ser paciente y comprensivo. ¿Miedo a la soledad y a un mundo de sombras? Hace tiempo que mi mente se acostumbró a convivir con cualquier clase de espectros. No pueden ya afectarme.
El investigador plantea algo muy interesante, tal vez no se quiera la verdad, sino el misterio. Y que el investigador no llegue a una conclusión certera pero prosaica, sino que se abstenga de una explicación, para que el misterio siga intacto. Y no estaría mal como una promoción, el renovar un mito.
ResponderEliminarTal vez sea más interesante dejar la sensación de que hay una diosa que frecuenta el museo, en una actitud nostalgica y a la vez sensual. Que tal vez haya tomado la apariencia de la bella esposa del director del museo.
En la vida ordinaria creo que ni siquiera se quiere el misterio, se quiere una verdad interesada, una justificación más o menos elaborada para los fines particulares. Naturalmente eso también es un velo y si cunde acaba siendo un misterio encubridor, acaso incluso abyecto.
Eliminar"Si se quiere investigar bien, lo primero es la discreción más absoluta. Después, sangre fría" y después la capacidad para evitar el maniqueísmo fácil, buscar una realidad objetiva que vaya más allá de esto es muy bueno o esto es muy malo.
ResponderEliminarNunca se sabe, Ehse, o cuando transcurre el tiempo y se enjuicia según la correlación de fuerzas de los agentes implicado en los conflictos ordinarios de la existencia.
EliminarSangre fría y discreción. Muy bien pensado, Dame.
ResponderEliminarSaludos.
Y un poco tópico también, Auro.
EliminarEse investigador es muy empático con el visitante nocturno, puede que finalmente se hagan amigos.
ResponderEliminarEsperando la siguiente entrega :)
También es escéptico, quién sabe.
EliminarA veces el trayecto es mucho más interesante que la meta.
ResponderEliminarDe ordinario suele ser así, Pilar. Gracias.
Eliminar¿Cómo añadir algo a tu comentario amplio, riguroso y preciso, Jorge? Me he quedado pensando tanto en lo que dices que no se me ocurre nada que decir. Debo reflexionar. Muchs gracias.
ResponderEliminarme han gustado, aunque me los haya leído del revés. Habrá una tercera parte? es la tuya una de las mejores prosas q leo en internet. trataré d pasarme más a menudo, saludos. (http://alejandrovargassanchez.blogspot.com)
ResponderEliminarGracias por leer, Álex. Espero continuar en breve. Por causas ajenas a mi voluntad he tenido que parar. Un cordial saludo.
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