...no creía en lo que veía, y siempre sospechaba que en cada persona la vida auténtica, la más interesante, transcurría bajo el manto del misterio, como bajo el manto de la noche...

Antón Chéjov, La dama del perrito

lunes, 22 de octubre de 2012

amores intraducibles


(Fotografía de Herbert List)



Se amaban en lenguas diferentes. El verbo que él conjugaba en el idioma de los lagos cálidos, ella lo sorteaba con una forma simple del dialecto de las llanuras altas y gélidas. Si él elegía un sustantivo monosilábico, ella lo dejaba huérfano de adjetivo. Si se trataba de  interjecciones se aproximaban más lúdicamente, pero era la excepción. Con los adverbios sus rostros palidecían. En realidad no habia siquiera equivalencias netamente sintácticas, pero parecía que se entendían con sus particulares correspondencias. Lejos de ser un inconveniente, los amantes de territorios lejanos hallaron un incentivo al mezclar oraciones y vocabularios extraños. En aquel intercambio partían de lo preciso, siempre de su acervo de origen, para trasladarse a lo abstracto. En otros individuos aquel antagonismo en sus lenguas les hubiera conducido al rechazo mutuo. En ellos su amor podría haber quedado en un mero ámbito de murmullos y gruñidos suavizados, pero en la mezcla encontraron un acicate con el que prolongar los encuentros. “La gente no sabe lo que se pierde al no amarse con palabras indescifrables”, decía él a su familia. “No os imagináis la atracción que supone que te digan secretos que no captas”, solía comentar ella a sus íntimas. Para todos los del lugar era un misterio cómo podía aquella pareja derivar su tiempo con tanta complicidad y armonía. Nadie les vio nunca tocarse. El cortejo entre ambos carecía de gestos llamativos y solo lo salvaba una disposición refleja a rebajar cada cual el propio carácter de sus pronunciaciones. Deslizante y correoso el usado por el habitante de las lagunas; ronco y severo el emitido por la nómada de los desiertos. Un día se miraron tan cercanamente que les invadió un calor que les pedía apropiarse del otro. Fue una casualidad pero también una confluencia. Entonces sintieron a su vez que precisaban expresarlo con palabras. No con las habituales de uno o del otro, sino a través de algún vocablo nuevo. Fue natural y espontánea la necesidad de crear una palabra única que fuera hija de ambos. Entreabrieron la boca, si bien en distinto grado debido a las exigencias fonéticas de cada cual, para exclamar de manera común su sentimiento. Empezó a llover. En ese instante tenso y creador el sonido denso de un trueno encriptó el de sus gargantas. Corrieron a abrigarse en una cueva.  


22 comentarios:

  1. Una prueba más que el verdader amor no necesita palabras, y también que no hay palabra para definir el amor verdadero.
    Muy interesante y original
    Un beso grande

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    1. Difícil establecer una claridad en el concepto, James.
      Gracias.

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    2. Intentaré decodificar el comentario, veremos si me acompaña la suerte:

      "Una prueba más que el verdadero amor no necesita palabras", la explicación está en el propio relato

      "no hay palabra para definir el amor verdadero", lo asocié a "Entreabrieron la boca, si bien en distinto grado debido a las exigencias fonéticas de cada cual, para exclamar de manera común su sentimiento"

      Saludos

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    3. James, disculpa, mi comentario no se refería a lo que decías, sino al concepto de amor, en cuyo contenido no se ponen de acuerdo del todo los humanos. Al menos no de un modo simplificado ni único. Encima llegó el cristianismo y lo lió del todo.

      No obstante, está bien tu ampliación.

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  2. Quizá sea más auténtico un amor como éste; sin palabras que se puedan comprender. Mas yo nunca he visto nada así. He de creer en tus enamorados, como creo que los sustantivos y los adjetivos se dan a la fuga y como creo que el amor no tiene no nombre, por más que nos empeñemos en ponérselo.

    Un saludo.

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    1. El mundo es un mundo de posibilidades, incluso en los sentimientos y los afectos, no te digo en el de las emociones. Puerta abierta. A veces mejor no nombrar, no. Las etiquetas pueden conducir a equívocos.

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  3. Es verdad. Qué necesidad de tanta compleja construcción que derrúe el sentimiento? Qué necesidad? No habla lo suficientemente el cuerpo?
    Un abrazo...

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    1. En efecto, ¿qué necesidad? Pero es que las palabras también son expresión del cuerpo...y tan potentes...

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  4. Me encanta como escribes, creeme. He descubierto hoy tu blog y ya te has ganado un nuevo seguidor, sigue así. Espero que te pases por mi blog y me des tu opinión. Soy nuevo en esto y sería muy importante para mí.

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    1. Gracias por llegar a este espacio, pues. Nos visitaremos. Bienvenido.

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  5. 1- la comunicación , no necesariamnete , tiene porque ser verbal.
    2- la idea de creación filologica a partir de la necesidad de expresar los sentimientos , quizas sea el origen de muchos lenguajes.

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    1. A eso se llama no ir descaminado. Hay muchas formas de comunicación. Se complementen y se combinen o no, todas son necesarias. Las artes han nacido de ellas. Han surgido de la propia vida y de sus complejas y precarias manifestaciones. Aparte de necesidad, qué habrá en el origen y desarrollo del lenguaje. Qué nos lleva a enriquecerlo cada día.

      Respuestas abiertas.

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    2. A fin de cuentas ...aqui esta el ejemplo de la palabra manifestandose como creación filosofica.


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  6. Vine a conocerte y agradecer tu presencia en blog, lo que leí me parece una pieza artística muy bien redactada. Un relato que exalta que el amor no necesita traducción.

    ¡¡Excelente!!

    Saludos.

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    1. Aunque a veces permanezca oscuro, rodeado de misterios y vertiginoso por hallar nuevos significados, ¿verdad?

      Gracias, Pluma R., se te recibe con placer.

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  7. La creación de los nombres tiene algo de fundación mítica. Adorable.

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    1. Probablemente. Muchas veces pienso que lo que hoy consideramos realizaciones nos creemos que se han hecho ad hoc o en procesos simples. Todo ha llevado su tiempo, ha revestido diferentes formas y ha pasado procesos variados e incluso contradictorios. Los conceptos de las cosas han venido después y los nombres son de última hora. El lenguaje no podía escapar a ello.

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  8. Deliciosa la idea. Deliciosas las palabras, la cadencia, la rítmica, la similitud de la narrativa (me reafirmo y te aconcreto) con la narrativa deliciosa también de aquel Julio alargado y embarbado. Delicioso leerte cuando uno es un ser pensante desde la infancia en más de un sólo idioma. Delicioso el mundo donde comprenderse resulta un endemismo y no una impostura. Deliciosa la inventiva. Hablarse como con música; liberarse de las estrategias de la palabra.

    Me saco el sombrero (en mis dos lenguas nación y madre y matriz). Leerte es como nadar o encaramarse a lo alto de un gran árbol o correrse entre los labios y los gemidos del amor de tu vida sin pensar en algo más que no sea atravesarse anímica y cuánticamente.

    Me rindo, voraz, a tu lectura.

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    1. Te he escuchado. Permanezco en mi mudez. No sé qué decir, si lo ves así...

      Gracias por ser tan explícito y bondadoso.

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