...no creía en lo que veía, y siempre sospechaba que en cada persona la vida auténtica, la más interesante, transcurría bajo el manto del misterio, como bajo el manto de la noche...

Antón Chéjov, La dama del perrito

sábado, 20 de octubre de 2012

los nenúfares


(Fotografía de Herbert List)



Al abrir la cancela de la puerta principal el propietario halló el jardín convertido en otoño. Era el amanecer. Esperó al perro que otros días había salido a ladrarle, pero no apareció. El camino cubría su empedrado con las hojas muertas. Al fondo, desde la penumbra, iba despertando la casona. A través de las ventanas tremolaban las cortinas. En el estanque se bañaba una mujer a la que solo había visto en sueños. Se sumergía una y otra vez, retozando saltarina entre los nenúfares. Jugaba con unos animales que parecían ser ánades, pero el recién llegado comprobó al acercarse que se trataba de seres fantásticos de difícil descripción. “Soy Britt -dijo la sirena desde el estanque- No te extrañe esta fauna, es tan irreal como yo misma”. Karl permaneció perplejo unos instantes; luego se justificó: “Yo vivo aquí desde que llega el otoño, no te sorprenda mi presencia. Puedes seguir tu baño y tu juego”. “¿No te apetece divertirte tú también? -le tentó Britt desenfadadamente- El alba es la mejor hora para sentir los elementos de la tierra, cuando comprendemos que nos hacemos con ellos”. Karl le dio la razón, pero se dio cuenta de que su percepción del aire, de la tierra o del agua no era directa; que la ropa diluía gran parte de las sensaciones. “Son tan extraños los animales que te rodean… pero es admirable su complicidad contigo”, dijo. “Deberías sentirlos de cerca. Desnúdate y entra”, le invitó Britt desde su sonrisa sugestiva. Entonces el hombre, tras quitarse la camisa, se agachó al borde de la alberca e introdujo la mano en el agua. La sirena le palpó el pecho a la altura del corazón. “Este es el elemento que nos faltaba”, anunció a las otras quimeras. Los nenúfares se volvieron rojos.


20 comentarios:

  1. Qué exquisito y qué terrible!!
    Me ha conmovido.

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    1. Los elementos son conmoción, María. O los atraemos o nos devoran. ¡Gracias!

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  2. Le doy la bienvenida como seguidor de mi blog. Compartimos lecturas.
    Salud
    Francesc Cornadó

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  3. Ulises hubiese aconsejado bien a ese hombre, pero no lo hizo, tal vez porque no lo encontró en su niñez o tal vez por pura maldad, como la de Britt.
    Muy bueno, estimada

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    1. No vas descaminado, no, es muy probable lo que dices. O tal vez ese hombre no tenía clara su navegación. Salud cada día.

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  4. ¿Pero a quién se le ocurre fiarse de la sonrisa sugestiva de una sirena? Ahora, lo que habría que saber, es si al hombre de tu historia le mereció la pena quedarse sin corazón aunque sólo fuera por esos segundos en los que ella le palpó el pecho...

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    1. Solo a un incauto se le ocurre, Quelle. A un temeroso del viaje, o a alguien que quiere llegar enseguida sin valorar los obstáculos. Pues sobre si le mereció la pena al hombre ese su perdición...no tengo respuesta. ¿Qué crees tú?

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  5. por algo cuentan las leyendas que los marineros se ataban a los mástiles para no caer seducidos por las sirenas! jejeje
    Muy bueno!

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    1. Lo cuenta Homero (si es que escribió él "Odisea") La tragedia del hombre de mi cuento es que no veía en el estanque el océano: error de cálculo fatal.

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  6. Siempre habrá una razón para la recuperación del mito, en el cuento. Qué buena urdimbre. UN abrazo. Carlos

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    1. Y en los sueños, Carlos, y en los sueños. Creo que nuestros sueños edifican cada día los mitos y rebeldías de siempre. Por qué será. Un abrazo.

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  7. Me ha gustado dama, siempre son un buen despertar tus poéticos cuentos. Y por cierto, no veo nada de tanta maldad ni terrible odisea, me gustan los rojos nenúfares, quizá interpreto mal, quizá cedo en demasía, o quizá hay un pozo en el que mirarse alumbra sea cual sea el aparente latido final. Un beso, gracias

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    1. Yo tampoco creo que los colores definen la bondad y la maldad de los hombres -bueno, a veces estos se apropian de aquellos para fines espurios- pero nos acompañan. Tus percepciones son muy respetables y ¿por qué no reconvertir los símbolos duros y darles un talante esperanzador?

      Saludos.

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  8. Es una explicación muy válida. Y deliciosa. Por otra parte, no estoy seguro de que se trate sólo de una falta de cautela. Tal vez no podía hacer más que lo que hizo. Hay algo fatal e irresistible en ciertas criaturas de las zoologías apócrifas.

    Sabes que me encanta?

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    1. Por supuesto, la fatalidad -difícil de definir la mayor parte de las veces, y menos a posteriori- está presente en la naturaleza.

      Muchas gracias.

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  9. Esto es magia de palabras. Saludos.

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    1. Vaya, Edmundo, a veces el mundo onírico depara incluso despiertos muchas sorpresas. Gracias.

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  10. El relato me parece bueno, pero la primera frase es muy superior. Es realmente buena.

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    1. Se trata de percepción que arrastra la sensación. Y entonces las palabras son meras pronunciaciones de aquello que se ve y se toca, sin mayor mérito. Gracias, Javier, por tu opinión matizada.

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