(Fotografía de Agustín Víctor Casasola)
No sé qué día de la semana es pero hace frío y me siento desamparado. Todos esos hombres ahí enfrente. Y todos estos otros en hilera conmigo. Qué diferencia de filas. Armados contra desarmados. Aunque bien puede ser que en lo más profundo de todos, de unos y de otros, sea al revés: que ellos sean los frágiles y nosotros los invencibles. Dos oficiales que van con los de enfrente están discutiendo sobre en qué posición deberíamos colocarnos. De momento tenemos a la espalda el lienzo de ladrillo de la antigua fábrica de cerámica, hoy en desuso. Todos tiritamos, los de esta parte y los de la otra, todos por el frío y algunos por el miedo más devastador. Ellos se recuperarán y nosotros no. Decir que acaso nosotros también tienta pero es un contrasentido. Nosotros solo pagamos el precio de un viaje sin retorno. Por lo demás, el silencio y ciertos quejidos menudos es la norma que impera en esta mañana hosca. El hombre que tengo cerca me informa desde su miedo. “Con un poco de suerte nos colocarán de espaldas a ellos, así que no veremos cómo lo hacen. Claro que también podrían dejarnos como estamos ahora, y hasta vendarnos e incluso dejarnos atados. Si me dan a elegir, yo prefiero mirarlos. Ver la cara del que te asesina es la última perplejidad que se nos ofrece. Más cruel todavía porque no podremos ya contarlo a nadie.” Mi compañero más próximo parece ilustrado. No entiendo cómo tiene ganas de hablar, debe ser una necesidad como otra cualquiera, como la de aquel hombre del extremo que está sollozando. Yo sé por qué los hombres que están conmigo han llegado hasta esta situación extrema. Pero no entiendo por qué me ha tocado a mí. Ellos tienen ideas revolucionarias o simplemente la cultura les estalla en el pecho y quieren ir más lejos, hacerla llegar. Algunos serán meros discrepantes o gentes que alguna vez han prestado atención a quienes les han hablado de que las cosas no podían seguir tal como estaban. Jugadas que han salido mal. Por lo tanto podría decirse que todos ellos se lo han buscado. Cuando se llega a donde se ha llegado cabe esperar el peor trato. Nadie se acuerda ya de hablar por las buenas y de echarse una mano. Aquello de expresar cada uno lo que cree o lo que piensa estuvo bien en el pasado y funcionó. Parecía que siempre iba a ser así, que no se iba a volver a los peores tiempos. Todo el mundo se toleraba, se excitaba en las palestras públicas y se promovían protestas, pero al final todos tomaban vinos juntos y compartían mesa. Algo debió agriarse para que hoy estemos aquí, en dos bandos, en dos destinos. Yo sé que no he hecho nada, y estaría de más que ahora gritase que no he tenido que ver con ningún motín ni conciliábulo ni increpación. Ya es tarde. He sido un hombre común y moderado, incluso discreto. Algo debió haberse complicado para sentir ahora mismo en la espalda el frío de la obsoleta cerámica. Una confusión, una envidia, un recelo. ¿Cuándo alzó alguien una sospecha sobre mi persona? Trato de repasar qué he podido hacer mal para otros, para los que han desatado este despliegue de fuerza bruta. Algún día dirán mis nietos: lo ejecutaron porque no se quejó. Pero yo sé que si ahora me quejo mis guardianes encontrarán la justificación definitiva para librarse de mí. Admiro a esta gente que va a llevar el mismo fin que yo. Ellos al menos saben por qué van a ser liquidados. Cabía en el cálculo de posibilidades de la vida que han llevado, aunque algunos no esperaran este cambio de rumbo tan desdichado. Pero lo mío está carente de emoción, de valor. No hay nada peor que morir sin sentido. Y ahora me doy cuenta si no será la vuelta de la vida que se nos ofrece a los que vivimos de idéntica manera. Sin procurar mayor interés, sin inferir una defensa, sin recabar la hermandad con otros hombres.
“¿Por qué a ti no te quieren?”, me pregunta el hombre de al lado que debe haber descubierto mi estupefacción. Podría haberle contado todo lo que ha pasado por mi cabeza, pero sería ridículo. Prefiero ser lapidario: “Esta gente no nos quiere a nadie.” Sentí in extremis que me unía al coro épico. Un absurdo y justificativo canto más de los que no tendrán ya voz para hacerse valer.
Morir sin saber por qué. Pero jamás tendrá sentido la muerte y menos sentido aún para el que asesina.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Ese tipo de muertes me horrorizaron siempre...y mira que la historia está repleta de ellas, sea cual sea la refinada (es un decir) forma que los hombres hayan utilizado para procurarlas...
EliminarMaravillosa historia de sinsentidos, Dame Blanche, y muy actual. Parece que veía a los sacrificados bajando los brazos y diciendo: "Dale ya, que además hace frío".
ResponderEliminarUn saludo y mi reverencia
JM
Para las manos crueles una situación así cobra sentido: intentan obtener un reforzamiento de su brutalidad...sin darse cuenta de que son frágiles y de que la vida se vuelve como un bumerán contra ellos mismos...Gracias, Juan.
EliminarOtra reverencia más de mi parte
ResponderEliminarProcura no inclinar tanto la testa que beses el asfalto...Gracias, Zenon por seguirme.
Eliminar¡¡¡Perpleja me he quedado yo!!! Ya no te esperaba.
ResponderEliminarEn situaciones complicadas no importa lo que hagas,lo que digas, lo que pienses o lo que seas, es cierto, no se quiere a nadie. Cualquier muerte provocada es un sinsentido y cualquier situación similar a la que describes, también. Pese se dan, no hay duda.
Un placer enorme volver a leer tus relatos. Me alegra que estés bien. Un besote.
La vida es eterno retorno, dicen, aunque no me lo creo del todo, pero solemos repetir -o lo intentamos- en aquello que nos gratificó alguna vez, Detalles.
EliminarNo deberíamos olvidar que la violencia, sobre todo la declarada y total -guerras, resistencias, revoluciones- adquieren su propia dinámica, como si nunca hubiera habido otra cosa. Y todo el mundo acaba entrando al trapo. La Historia habla.
Gracias por seguir aquí, de vez en cuando hay que descansar de escrituras (¿o simple vagancia?)
Qué horror de pasado, (de presente), de futuro?
ResponderEliminarTexto magistral, como siempre. Te eché de menos, pero te intuí en otros lugares :)
Y, sin embargo, Fedora, hay que estar preparados para pos horrores...ya quisiéramos todos, creo, que el futuro no los deparase, firmo ahora. Pero firmar es procurar evitarlos con una práctica, una actitud, una decisión, ¿no te parece?
Eliminar¡Gracias!!!!!
Si me dieran a elegir yo también preferiría mirarlos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, hasta casi sentir la fría cerámica en mi espalda.
Ay, Isthar, a mí tampoco me va la experiencia, que ojalá hubiera quedado atrás...pero la historia presente aún nos muestra su rostro abominable.
EliminarDame blanche, triste relato en una excelente escritura, de pronto me entró el miedo al recordar sucesos que no presencié. No hay lugar seguro, ni amigo protector, ni bandera blanca, cuando el callar tiene sus riesgos y el hablar es peligro mortal.
ResponderEliminarUn abrazo.
Loli, las tristezas como las alegrías, son objeto de vivencia y de conocimiento humanos, hay que hablar de todo, prospectar el alma de los hombres a través de sus conductas...y ojalá sacar conclusiones prácticas, ¿no? Sacas unas interesantes y sustanciosas opiniones del texto, bien. Un abrazo.
Eliminarhay quien existe para que exista el horror
ResponderEliminary habemos quienes existimos para verlo o padecerlo
saludos
¿Será permanente esa ecuación? Saludos.
EliminarMuertes absurdas contra el paredón, mentes retorciéndose en los parámetros de la vida, verdugos que obedecen por su condición, la historia está plagada de esas imágenes. Aun hoy nos preguntamos ¿por qué?
ResponderEliminarTe felicito por la entrada, me alegro de que hayas vuelto.
Saludos.
La violencia, esa cruel expresión de la fuerza, envés de la inteligencia, castigo de la hermandad, traición de la generosidad. Un abrazo, Auro, te agradezco tu acogida.
EliminarMe alegra que te tomes tu tiempo y que, después, escribas esto. Los débiles siempre empuñaron las armas para convencerse de su fuerza, la violencia siempre fue la hija maldita del miedo, siempre será el único recurso del que dispone la cobardía. Y luego se dan razones vacías, aunque se mate a criminales, aunque se fusile a ésos que fusilan, siempre será un fracaso de humanidad, siempre será una forma de la ignorancia.
ResponderEliminar¡Un abrazo! ^_^
Tal como dices, Jorge. Lo vemos desde las pandas juveniles. Los cobardes se crecen primero por la ignorancia que les nutre, luego por su ambición mediocre, luego por el acceso a los medios del mal (armas, prensa, resortes múltiples de Poder) Palían su debilidad con el ejercicio de la brutalidad. Has concluido dando en la diana. Un abrazo.
EliminarUn tiempo hubo en que yo mismo fui fusilado, y morí. Y después viví, o reviví, pero solo para darme cuenta, para percatarse uno, de que nunca se muere por algo, sino por nada, de que lo primordial no es morir sino vivir, tampoco por nada, pero vivir... mientras se pueda, que ya habrá quienes formen más pelotones...
ResponderEliminarEmotivo relato, evocador, sensible y duro... ¿Para qué más?
Un abrazo
Vivir es lo importante, claro. Si se muere de mal modo (por causas de la maldad de otros) pero la vida ha tenido sentido para uno y para los del entorno...¿para qué más? Naturalmente...las injusticias y los crímenes de los malvados existen. Un abrazo, Javier.
EliminarEs espeluznante!! Qué terrible manera de perder la vida, porque no solo es morir, es dejar de vivir y hacerlo de un modo cruel, por un sin sentido, por un sin motivo y por la peor de las justificaciones.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, especialmente la sobriedad con la que lo describes, sin necesidad de dramatizar porque es suficientemente dramático sin necesidad de añadir más. Leyendo da la impresión de formar parte del grupo, he sentido su frío y su miedo resignado. Es fantástico!
Un abrazo
¡Sentir! Eso que dices: he sentido, justifica para mí una lectura, una escritura, una trasmisión oral...¡Que alguien me haga siempre sentir, por favor! Un abrazo, Nurocas, y bienvenida.
EliminarHas vuelto, por fin, y con este post que es bárbaro. Que suerte, lo bueno a veces se hace esperar.
ResponderEliminarSaludos
Tal vez no me había ido, Karin, solo hibernaba. Eres muy estimulante con tu comment. Gracias.
Eliminarextremadamente bueno, qué bien escrito, digna fan de Chejov por lo que veo. lo he compartido inmediatamente. gracias por hacerte seguidora de mi blog, yo creo que voy a hacer lo propio. saludos
ResponderEliminarSeguidor, Alejandro, seguidor, no obstante la libertad para adoptar nombres que uno puede hacer cuando escribe, pero eso es secundario. Lo importante es lo que se haga. Saludos cordiales.
EliminarMorir sin causa ni motivo, crueldad morir sin respuesta al porquè-.
ResponderEliminarSaludos
Aunque pienso que hay porqués que se van sabiendo...para desgracia de los afectados. Saludo, gracias por tu presencia.
EliminarHolaa, aguante la literatura rusa, sobre todo Dostoievsky! te invito a pasar por mi blog; https://hijosdeladecadencia.blogspot.com/, genial blog, un abrazooo
ResponderEliminarGracias, lo haré. Tengo pendiente de leer cosas fuertes de Fedor. Recientemente ha salido una edición de Los hermanos Karamazov con traductores diversos que tiene una pinta bárbara. Tras ella ando.
EliminarCordial.
Sin duda un blog interesante.Exelentes textos.! Un cálido saludo.
ResponderEliminarSi te gusta y te lo pasas bien, de alguna manera, ya es bastante. Otro cálido saludo.
EliminarMe agrada mucho como escribes, haces atractiva una situación aparentemente sencilla dándole giros inesperados. El inocente se expresa con claridad meridiana, pero quizá se le esperaría algo más de desesperación en algún momento. Las situaciones injustas nunca se terminan de aceptar del todo, y máxime cuando te va la vida en ello. Aún así la lectura ha sido muy, muy agradable. Engancha, a pesar de lo desagradable del tema, por lo bien trabajada que está.
ResponderEliminarBeso.
Nená de la Torriente
Prueba a poner ese grado de desesperación imaginándolo. Supongo que en ese tipo de circunstancias hay reacciones de todas clases, depende de la personalidad emocional de cada individuo. Pero tomo nota de tus observaciones. Gracias por pasar y leer.
EliminarQue morir sin sentido o morir para nada, inutilmente, que de esto último también hay excesivos ejemplos en la historia de las guerras.
ResponderEliminarUn milagro tu prosa.
Hay de todo en la viña, es decir, en la historia de la humanidad. Desgraciadamente la muerte por mano de otro hombres siempre responde a un sentido...harto discutible casi siempre, desde luego.
EliminarGracias por tu opinión, G. Estimula.
Lo racional nunca acaba de desplazar la perplejidad, están condenadas a entenderse aunque no siempre a aceptarse.
ResponderEliminarCiertamente, Maxius, se alían incluso en las situaciones de más dureza extrema, aunque ya no salven nada. Gracias.
EliminarImpresionante blog Saludos!
ResponderEliminarGracias por tu impresión tan benevolente, saludos.
Eliminarsigues conmoviéndome...
ResponderEliminarGracias, Mónica, por entrar en el mundo de estas imágenes.
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