(Fotografía de Karen Szekessy)
Nada le impidió a la señora del perrito, tan independiente y personal ella, irse una temporada y volver por sorpresa cuando menos se lo esperaba uno. Desde luego, yo no soy quién para controlar sus pasos, ni se me ocurriría. Ni le voy a preguntar dónde ha estado. ¿Qué ella quiere invitarme a un té o a un vermú y contar sus andanzas? Receptivo soy. ¿Que prefiere hablar de otros paisajes y otros personajes? La escucharé con atención. ¿Que se muestra jubilosa? Me dejaré empapar por sus golpes de euforia, que los tiene, no obstante esa majestad que parece traer de otro tiempo. ¿Que de pronto le entra nuevamente un acceso de nostalgia y quiere dejarme plantado? Ella sabrá por qué. Pero mientras esté voy a gozar de su compañía, ahora que el clima quiere suavizarse y ser menos cruel.
Bienvenida sea ella, con sus arrebatos indescifrables. Su presencia siempre nos es grata, esperemos que tenga alguna nueva historia que contarnos.
ResponderEliminar:)
Esperemos, yo estoy al tanto de lo que cuente. Gracias.
EliminarMuy bien parido, voy a investigar más.
ResponderEliminarSin empachos, Jordim.
EliminarEncantada de volver a leerte, dame.
ResponderEliminarSaludos.
También yo por saberte presente en este espacio, Auro.
EliminarBien por el regreso.
ResponderEliminarSaludos.
Demiurgo,a veces da miedo, por aquello de que segundas partes...que dicen.
EliminarCreo que es bueno volver a casa... con o sin el perrito.
ResponderEliminarSaludos.
A ver cómo se siente en casa o si es rebelde, ja. Gracias, Mirella.
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