Ah, las grandes avenidas. He recorrido todas las de la Europa caduca. El Ring y los grandes bulevares parisienses. La Nevski Prospekt y la Unter den Linden berlinesa. Da lo mismo, cite lo que cite las grandes avenidas ya no son lo que eran. Fue saliendo de uno de esos paseos desfigurados y bajando por calles maculadas pero auténticas cuando la vi. Mirada fugaz, direcciones opuestas, destinos desconocidos. Tal vez inciertos. La dama del perro me evocó un Chejov en el que pocos se reconocerían en nuestro tiempo. Del mismo modo que ya no son tan frecuentes los paseos bajo los tilos, los plátanos, los álamos o los abedules. Pero en cada novela en que aparecen esos árboles la dama del perro se hace presente. Una evocación, quién sabe si una huella.
La pel·lícula Ojos negros se'm fa present en aquesta entrada i en la imatge d'aquest bloc.
ResponderEliminarGràcies per seguir-me.
Viejas resonancias, Helena. Gracias por detectarlo y por seguirme tú a mí.
ResponderEliminarQué bueno la Unter den Linden, me encanta Berlín...
ResponderEliminarEl cuento de Chéjov es de mis preferidos.
Al final me leí todo tu blog, jaja, muy bueno todo lo que leí...
Sí, el Paseo de los tilos es muy bello solo con los tilos.
ResponderEliminarUn cuento genial, como es Chejov.
ResponderEliminarLa última ciudad que he visitado ha sido Berlín.
Volveré con más tiempo para leer algo tuyo.
Saludos.
Vuelve cuando gustes, Isabel. Se trata de viajar con la fantasía. Saludos.
ResponderEliminardame, tu prosa es muy elegante. Tu perro es un ensueño... ¡tiene una mirada que habla!
ResponderEliminarSaludos.
Alicia, la prosa existe, la mujer y el perro también, supongo, pero no en el mismo espacio. Coincido en la mirada del perro, pero ¿quién será más "fatal"?
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