Cuando entré en aquella Casa sabía a qué me arriesgaba. Yo no llegué a ella como dicen que iban otras, obligadas. Ni buscaba pacto alguno con el monstruo para que cesara en su religión de sangre. Yo quería saber qué había allí. Ninguna de las jóvenes que entregaron al insaciable había salido. Nadie podía conocer lo que pasaba dentro. Pero se decía que aquel lugar carecía de estancias y que solo había pasillos que derivaban unos en otros y que no llevaban a parte alguna. También se hablaba de sometimientos al monstruo que acababan en muerte. No sé cómo podían hablar de aquello si jamás hubo testigos. Si desde el exterior no se veía nada. Si nadie retornaba. Pero toda aquella leyenda ejercía una fascinación irreprimible sobre los ciudadanos y también sobre mí. Ya sé que se ha dicho que el héroe del supuesto desenlace fue un hombre y que yo me limité a entregarle un ovillo y colaborar en la aniquilación del habitante de la Casa. Nada fue tal como lo cuentan. Decidí comprobar qué había de verdad o de engaño. Me preguntaba si sería posible encontrar callejuelas sin salida, doncellas doblegadas, jóvenes varones vencidos, un ser fabuloso abominable y abundante sangre derramada. Incluso llegué a temer si no sería yo la llamada para que el destino se cumpliera. Pero cuando llegué hasta el muro y traspasé la puerta, al otro lado todo era blanco.
La nada, origen de tantos miedos y leyendas.
ResponderEliminarEl mito no deja de ser una respuesta a la incertidumbre, a las preguntas que se hace el hombre. Así se van tejiendo los cuentos y leyendas. Así que era curiosidad, el móvil de Ariadna, y no sólo "amor fou" por Teseo...
ResponderEliminarCurioso tu nombre para ser un hombre.
ResponderEliminarEscribes muy bien, sí señor. Me quedaré por aquí.
L.
Me gustó el texto. La leyenda tan monstruo sediento de sangre. ¡Felicidades
ResponderEliminarVariante de "Barba Azul" con sustrato del mito del Minotauro. ¿Curiosidad satisfecha?
ResponderEliminarBuen fin de semana.
Francesca, y la conjuración del vacío. Las leyendas y los mitos se nutren de la carencia humana, probablemente.
ResponderEliminarSalamandrágora, el mito en la Antigüedad es la búsqueda, pero no es mito todo lo que reluce. Pues ya ves, de amor fou, si lo hubo, lo justito.
ResponderEliminarAnónimo, sí, es curioso. Pequeñas licencias del juego de la paraliteratura. Por supuesto, pasa cuando gustes.
ResponderEliminarO una variación sobre el tema, Solange. Agradecido.
ResponderEliminarMaría Luisa, lo bueno de las variantes por libre es que se pueden aunar elementos diferentes. La curiosidad, siempre en pie.
ResponderEliminarInteresante, tal vez las cosas no sean como pensamos...hay tantas leyendas tratando de explicar lo inexplicable...
ResponderEliminarUn beso grande
Saltar: casi nunca SON como pensamos, como mucho nos aproximamos. De las leyendas me gusta que sean abiertas, con la posibilidad de generar nuevas leyendas.
ResponderEliminarGracias.