(Fotografía de Herbert List)
La casa se hallaba rodeada de océano. Cuando la marea se retiraba salía a caminar todas las mañanas por la arena. Buscaba caracolas, conchas de moluscos, guijarros planos, pero solo me interesaban aquellos que tuvieran un agujero. Estaba haciendo un collar con ellos, como los de los hombres primitivos. “Ya tengo ocho pero quiero reunir más”, le decía a Emma. Emma, que es una niña tan pequeña como yo, no perdía oportunidad de sumarse a la búsqueda. “Allí hay una”, avisaba deseosa de descubrir para mí. Pero cuando llegábamos la espuma se retiraba y cerraba el agujero. ”Nos ha engañado - decía compasiva la niña- pero no importa porque hay tantas. Ya veo otra”, y salía disparada, obsesionada por brindarme el hallazgo. Qué espléndido caparazón, con una hendidura amplia en el mejor ángulo para colgar del collar, pensaba yo cuando lo vi. Al sacarlo de la arena la abertura perdía rápidamente su transparencia hasta ocluirse del todo. Emma no podía contener su tristeza: “No quiero ya pasear por la playa. Este trozo de mundo que no se sabe si es agua o es arena debe estar maldito. Además tengo los pies muy fríos y es como si me entrara por ellos la sal que traen las olas”. A Emma le gustaba que le cogiera los pies y echara aliento sobre ellos. Fue al frotarle sus plantas cuando vi cómo taladraban su delicada piel las diminutas brechas que habían perdido las valvas que buscábamos.
Vaya! Cuidado con el mar pues...Recuerdo que mi madre, de pequeña, siempre me aconsejaba: "cuidado con el mar, que hace agujero y tapa". ¿Se referiría a esto? :)
ResponderEliminarSorprendente, gracias por contármelo. Desde luego la sabiduría humana es antigua. Aunque yo creo que el dicho de tu madre es mucho más grave. Me lo apunto. Un abrazo.
EliminarEl mar, el océano, misterio insondable, voz que va y viene, canto de sirena, es para jugar sin perderle el respeto.
ResponderEliminarNo le gusta que le roben tesoros y pasa factura. Sin embargo, nada como el mar yodado para curar heridas. Inquietante, espumoso, misterioso relato.
Nutriente y hacedor, el mar siempre cobra tributos. Y tiene una larga mano patrimonial. Al fin y al cabo mucha de la tierra que pisamos es hija suya.
EliminarToda la magia en tu relato.
ResponderEliminarLas heridas producidas a la orilla del mar se curan antes.
Será por el contenido del yodo y las sales. O por el ozono o por la mirada hacia un horizonte que se nos antoja ilimitado. Agradezco tu coment.
EliminarA mí me gustan esos pedazos de tierra que invade el mar, y sobre todo descubrir los tesoros que desnuda el agua cuando se retira...Hay algo que atrapa en tus textos. Beso
ResponderEliminarSalvo para los que viven en su proximidad, muchos no saben de esa ocultación y de ese despertar con arreglo a las mareas. Verdaderas franjas, lenguas de tierra unas veces, boca cerrada otras. La naturaleza en todas sus vertientes es la que atrapa. Incluso la del interior de los hombres (¿compleja proyección de la otra?).
EliminarYa quisiera yo tener un trocito de playa para caminar, ver el sol nacer y morir, recoger caracolas ... sin que me quiten mis queridas montañas. Besicos.
ResponderEliminarHay quien tiene ambos territorios dispares. Todos nos acostumbramos a vivir y a querer el espacio donde llevamos años. Los recursos, el clima, la belleza y la mirada tienen sus atractivos se trata del ámbito de que se trate. No dejes de amar a tus valles y montañas. Gracias.
EliminarYo sé que se habla y se habla gratuitamente, y se comenta sin leer, pero, por dios, que escalofrío me dio leerte. Acuérdate de mí cuando vayas a tu reino, el de la pura literatura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Darío, resucita con las letras. No existen para hundirnos (salvo las bancarias) Tu consejo "evangélico" me gusta, pero estoy alejado de cualquier pretensión salvífica y de pasiones redentoras bastante tengo con soportarme y enderezarme a mí mismo, ja. Un abrazo y gracias por tus animosas ironías.
Eliminar"qué", con acento.
ResponderEliminar¿Tú también eres puntilloso con la ortografía? Me alegro.
EliminarAunque existan ciertos riesgos, nada como un paseo de playa como es debido, es decir, descalzos. Al menos mientras haya playa virgen en la que buscar cosas vírgenes y contemplar un paisaje virgen. Saludos.
ResponderEliminarPor el pie descalzo entra la naturaleza y su simbolismo. Muy práctico para la anatomía muscular y ósea, pero a veces se coge uno unos catarros...Mirar el mar, la playa y percibir las sensaciones con ojos amplios siempre.
EliminarTengo un cuento titulado "Nubes" que le viene al pelo a tu historia de olas y caracolas y contrastes.
ResponderEliminar"Nubes. Son miles de millones de gotitas buscándose desesperadamente las unas a las otras, muertas de miedo. A veces, millones de esos miles de millones de gotitas son de orina."
Ya sabes, dame, entre tú y yo unicamente nos unen o alejan las historias. Aguardo la suya con avidez y esa proximidad que nos concede preconcevidamente la distancia. Un saludo, compañera.
Deconstructivo cuento, Miguel. ¿Por qué no? Se puede leer de diversas maneras en la entraña de esas nubes, naturalmente, aunque espero que no sean gotas de los angelitos. Es lo que nos contaban de pequeños: cuando llovía era que lloraban los ángeles (pasmados quedábamos los más ingenuos)
Eliminarbonito relato. A mí me gusta jugar a tirar piedras y ver cuántos botes hacen,..
ResponderEliminarNo me ganarías, Sandler, fui un especialista en la materia sobre los arroyos remansados. Gracias.
EliminarQuerida Dame; soy un consumado especialista incluso en mares enbravecidos,..
EliminarEntonces...nada que objetar. La audacia es la audacia.
EliminarCurioseando encontré tu blog y tu texto, pensé que eras mujer...Nada en contra de los hombres, Dios me libre!! Leyendo, te pensaba mujer...solo eso. Felicidades por tu expresión y disculpa que llegue sin aviso. Gracias
ResponderEliminar¿Por qué me pensarías mujer? ¿Hay un pensamiento de hombre y otro de mujer? No sé. Por supuesto nada que disculpar, pues no faltaría más. Al contrario, el agradecido soy yo. Pasa cuando gustes y opina cuando y cuanto te apetezca.
EliminarLos pies infantiles son espejos absorbentes de ilusiones... debemos buscar la felicidad en sus huellas.
ResponderEliminarMe inspira una gran ternura tu relato.
Bss
Los niños absorben tanto. Por eso los adultos estamos hechos de niños.
EliminarGracias por pasar, Verso.
Esta mñana he recibido ese aliento de sal en todo mi cuerpo y la sal ha penetrado a empujones en mi piel ... tu entrada ha descrito sensaciones tan recientes que me quedo sumergida en este mar que tanto nos da...
ResponderEliminarsaludos desde Tenerife y te dejo enlace de mi espacio para gustes.
http://gofioconmiel.blogspot.com.es/
Pues coincidencias por una parte, y menudo placer que puedas recibir la naturaleza de esa manera tan directa en esta época del año. Un lujo.
EliminarGracias, me paso a verte.
Por un momento me he sentido paseando por esa playa. Buscando intrigado las conchas de la discordia.
ResponderEliminarYo también procuro sentir en los textos, no leerlos de pasada. Que las letras nos cales. Saludos cordiales.
EliminarRealmente original.
ResponderEliminarGracias si te ha gustado.
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