...no creía en lo que veía, y siempre sospechaba que en cada persona la vida auténtica, la más interesante, transcurría bajo el manto del misterio, como bajo el manto de la noche...

Antón Chéjov, La dama del perrito

lunes, 26 de noviembre de 2012

el cuadro


(Fotografía de Jorge Molder)


No se ponían de acuerdo. Ni habían hablado jamás entre ellos. Pero un día al mes coincidían en el mismo museo, en la misma sala, ante idéntico cuadro. Ella siempre vestía de rojo y llevaba una carpeta de gomas, como las antiguas. Él siempre vestía de negro, como los hombres de antes cuando estaban de duelo. La única diferencia era que unas veces el hombre llegaba primero, otras veces la mujer. Aquel día el cuadro, de considerables dimensiones, faltaba; había sido prestado para una exposición conmemorativa importante. Pero ambos se sentaron en el mismo banco corrido que estaba situado en medio de la sala. La pared ofrecía una soledad que ellos no advertían. “Lo que más me gusta en el relato de este mito es la combinación de colores”, avanzó la mujer de improviso, mirando el cerco notablemente más claro que había dejado el espacio vacío. Y continuó: “Cada personaje se refuerza con un color diferente. Para la pasión pone el ocre, para la traición el violeta, para la esperanza el azul marino, para el futuro el grisáceo”. El hombre le vio gesticular con las manos, como si situara los personajes y el paisaje en las mismas zonas que tantas veces habían contemplado la escena. Redirigió la mirada hacia la pared y se decidió a opinar: “Y ¿has visto cómo trata el pintor los elementos naturales? Ese tono suave pero agudo para el viento, aquellos cromatismos virulentos para la tempestad, esa caída diagonal de los matices mortecinos para la luz del ocaso”. Parecían disfrutar de sus explicaciones. Las que daba uno se compenetraban con las que ofrecía la otra. Era tal el detalle con que habían reconstruido toda la representación mítica que pedían a los visitantes que se detenían delante de ellos, observando el resto de las obras, que por favor se quitaran. “¿Te parece que esta historia expresaría lo mismo de mano de otro pintor?”, preguntó el hombre de negro.“Naturalmente que no, los colores son decisivos -afirmó la mujer de rojo- y deciden los volúmenes, acercan o alejan la disposición de las figuras, disuelven el paisaje o lo convierten en una atmósfera entrañable. Imposible que dos autores lo vean de la misma manera”. Entonces ambos volvieron a dirigir la vista hacia aquel dominio desnudo. Sintieron el roce de sus brazos. “¿Crees que el mito fue como lo cuentan? ¿Que ella era tan pura y que fue realmente devorada por aquel ser depravado?”, prosiguió él. “Me cuesta creer que el amor tenga que ser sacrificio -dijo la mujer- y acaso el pintor se llevó el secreto del mito a la tumba. Faltan colores decisivos”. Él, entonces, miró fijamente a la mujer y ella se dejó mirar. “¿No hay nada que se vea de la misma manera desde dos miradas diferentes?”, inquirió el hombre con cierto tono ingenuo.“Nada -aseveró la mujer- nada sino las ganas de querer mirar”.



34 comentarios:

  1. Qué delicia...Quizás en el deseo es donde confluimos de modo natural..Beso

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    1. El deseo: un lugar de confluencia o de divergencia, según. Al menos, de reunión. Gracias, Vera.

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  2. "Amar no es mirarse el uno al otro, sino mirar en la misma dirección" .- besicos.

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    1. Pero como la misma dirección, si es que la hay, se mira con ojos diferentes...he ahí la cuestión. ¡Gracias!

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  3. Creo que miraban con los ojos del alma.

    Gracias por llegar hasta mi blog y quedarte, así te he podido decubrir a ti. Volveré a leerte he visto cosas que me han gustado.

    un abrazo grande,

    Eva.

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    1. Pues para cuanto gustes por aquí, si te place. Las miradas están siempre tan cargadas de deseo como de imaginación. Son como un viaje. Un abrazo.

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  4. Estamos ante una mirada por duplicado. La de quien contempla un singular dueto que a su vez ejercita la mirada. Creo que estos últimos no necesitan tener el cuadro delante, conocen demasiado bien la intensidad de los ocres. Muy sugerente. Y muy cierta la reflexión sobre la mirada, un canal de comunicación constante entre dos entes en continuo movimiento. Saludos.

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    1. Tal vez no andas descaminado. ¿Miran lo que hubo? ¿Lo que imaginan? ¿Lo que conocen? ¿Lo que anhelan? Los ocres exigen un punto muy matizado, claro. Pero, ¿alcanzado o solo en camino? Tal vez un canal entre tres. El cuadro ausente lo completa.

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  5. Una hermosura, como la pintura ausente.

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    1. La pintura ausente les pone en contacto, les aproxima, les vincula.

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  6. Compartir y entender otras maneras de ver.
    De esto tratan y pretendemos con los blocs.

    salut.

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    1. Muy bien dicho. En la pluralidad de miradas y enfoques hay riqueza. Eso nos desarrolla el interior y nos acerca a los desconocidos-

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  7. Cuatro ojos ven más que dos, pero rara vez ven lo mismo. Es cierto,sólo coinciden las ganas de ver, de mirar.

    Un abrazo.

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    1. El tema de los museos y sus recorridos (miradas) me apasiona. Habrá probablemente más redacciones análoga a ésta, sobre ese mundo aparentemente frío y distante. Gracias por entenderlo, Salaman.

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  8. El amor, el amor...

    Será mi mente, pero no puedo evitar imaginarme un próximo encuentro entre ellos en la sala de desnudos artísticos, continua a esta, delante de otro cuadro...

    Saludos

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    1. Interesante sugerencia. Hay museos en que los desnudos artísticos no están expuestos al público...son tan privados. Pero las representaciones tan explícitas no son las mejores para imaginar o fantasear. Saludos.

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  9. Los colores de sus palabras seguían significando fuera del marco de la conversación... las ausencias, a veces, unen.


    Bss

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    1. Los colores adquieren tantos significados. ¿Conoces las teorías sobre la identificación de la música con los colores? Indaga.

      Las ausencias son vínculos muy fuertes, de larga mano y hondos sentimientos.

      Gracias, VersoB.

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  10. Una hermosa manera de relatar la tuya Dame Blanche. Las ganas de seguir juntos han de haber creado la magia seguramente. Un abrazo y gracias por tu visita.

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    1. Gracias por la tuya. Difícil dilucidar si les vincula el deseo o la transustanciación del arte.

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  11. Ella es la pasión, de rojo, el el misterio, de negro, dos de los ingredientes presentes e imprescindibles en las grandes obras de arte, como lo debía de ser aquella que contemplaban, la cual no precisaba de su presencia física para poder ser analiazada y admirada profundamente. Preciosa e imaginativa historia.
    Un saludito

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    1. Una interesante interpretación simbólica, Miss Uve. Los colores se potencian a falta de la imagen viva.

      Un saludo.

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  12. Bonita disertación sobre colores, arte y el amor. Qué desgracia es ser daltónico! Tu relato me ha recordado que quiero a ir a ver una exposición,...

    Sandler.

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    1. Vaya, pues no la dejes, ya sabes lo que pasa con las exposiciones, creemos tener mucho tiempo y luego se nos escapan. Salvo los lienzos ausentes.

      Saludos.

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  13. Respuestas
    1. Muy espontánea tú; te creeré, por la cuenta que me tiene.

      ¡Gracias!

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  14. Había un gran nexo entre ellos,la misma pasión: la pintura. Y una cita mensual nunca establecida...nada podía impedir ese gran momento, tan siquiera la ausencia del aparente motivo que los reunía allí...
    Me gusta como escribes, saludos y ganas para seguir!!

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    1. Habían pasado muchas veces por allí, pero basta el objeto ausente para que lo reemplacen con su diálogo. Una excusa curiosa, ¿no?

      Oye, se agradece esa despedida: ganas para seguir es vital, como todo. Qué bien.

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  15. Si en realidad...para lo que hay que ver!! que miren para dentro, como ellos. Besos!

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    1. También se puede ver -en la medida de lo posible, de la accesibilidad, de la capacidad de ahondar- en lo exterior...si se nos deja y si sabemos prospectar, ¿no?

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  16. Tu relato me hace recordar las pinturas de Henri Matisse. Tan llenas de colores. Cada color una expresión y una dimensión. Igual que la vida, y el ser humano que la matiza. Precisamente ahí, es donde tu relato a mi criterio se hace grande. Capaz de expresar el anhelo de dos posibles amantes, en medio de su inseguridad y temor al rechazo. La mujer esperando, el hombre supongo que buscando el mejor momento. Fuiste matizando el relato a través de un cuadro. Un ejemplo real de lo que es la vida, además de que te quedó estupendo.

    Saludos.

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    1. Siempre hay una simbiosis entre los colores en sí y las expresiones y comportamientos del alma de los individuos, de tal modo que a veces no sé sabe bien dónde se originan los tonos, sus matices, las intensidades. Matizar el relato a través de un cuadro, dices, claro, acaso de dos o más: el que existe, el que no, el que se inventan. La vida está llena de pluralidad, muy fractal incluso.

      Gracias por parar aquí, Carlos.

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