(Fotografía de Jorge Molder)
No sé si lo sueño. Si lo estoy soñando de verdad o si sueño que sueño que estoy muerto. O si aunque esté muerto aún sueño porque aún no he muerto del todo. Y hasta esta profundidad del sueño, que me convierte en una demostración de impotencia, en una convocatoria de parálisis donde no cabe reacción posible, llegan voces. Ruido de movimientos, desplazamiento de individuos, más palabras. Todos los que hablan y todos los que callan son conocidos. ¿Cuántos humanos nos han rozado a lo largo de una vida? Reconozco la presencia de los que se han congregado en torno a mi sueño. No les siento como grey. Cada uno ha sido algo de mí, aunque en vida ser algo de uno puede suponer acercamiento o disgregación, fusión o choque. Los contrarios nos construyen, no sé si con la misma decisión e intensidad con que nos deshacen. En el sueño vuelvo a sentirlo todo, escucho de nuevo a todos, y me tienta la añoranza, aunque ya con mucha lasitud. No son las voces inmediatas las que me interesan, sino las que, allá donde ya no pueda oírlas, se rescatan al olvido. Esas mismas voces hablarán de mí y a su vez hablarán de ellas mismas. Y yo desde el sueño, esperaré. Porque ¿en qué otro espacio puede albergar uno esperanza si no es el sueño? Cuantos han acudido a mi sueño lento y espeso están reuniéndose en torno a una imagen, al ser disuelto de un cuerpo, a una materia que empieza a descomponerse, pero ellos lo que pretenden es en realidad efectuar un conjuro. Ellos desean salvar sus memorias individuales, porque saben que yo soy solo sueño. Si hay algo que caracteriza a la muerte es que vuelve impotentes a todos los que viven. De ahí el refugio en el recuerdo. Oigo de modo tenue que aún me nombran como si fuera yo, que hablan de mí, que se manifiestan sobre el humo que ha quedado flotando de mí en cada uno de ellos. Compañía, vivencias, ilusiones, afectos, enconos, riesgos…Humo. Sueño que sueño o sueño que he vivido. Y entonces ellas aparecen ahí. Musas o destinos, se encarnan sin que nadie sepa cómo han llegado. Sin que nadie advierta cómo se han ido.
Quizá muerto, sueñes, pero eso nunca lo sabrás hasta que mueras. Un abrazo.
ResponderEliminarQuizás, aunque nunca se sabe (habrá que esperar para comprobarlo)
EliminarEl sueño es, ciertamente, el único espacio donde la esperanza siempre late, a veces, también, la desesperanza, no nos engañemos.
ResponderEliminarUn abrazo
FINA
Ya veo que das un margen de los contrarios, Fina. Es una percepción o sospecha, obviamente.
EliminarNo somos grey, soñamos íntimo aunque esté poblado el sueño. El otro día me caí de la cama en pleno sueño, tengo moratones y me hice sangre, no me acuerdo del sueño.
ResponderEliminarBesitooo soñador.
Natàlia, siento lo de tu caída, pero no olvides que son gajes del oficio onírico. ¿O te creíste Little Nemo?
EliminarGracias.
Jejeje, pues no te extrañe, me gusta ser Little Nemo, me pondré paracaidas.
EliminarHace poco en mi blog rendí homenaje al creador del niño en la cama, viajero.
Besito como despierta, eso me parece.
Pues me paso a ver si doy con ese homenaje. Gracias.
Eliminares por que el sueño es la frontera entre la vida y la muerte.
ResponderEliminarMe gusta la incertidumbre que se puede palpar en tu relato, la agonía y a pesar de ello la fuerza que desprende.
Una frontera que se mueve ¿acaso todas las noches? Agradezco mucho tu opinión.
EliminarEs muy agradable leerte.
ResponderEliminarSalud
También se agradece tu paso, Marcos.
Eliminar"To die, to sleep,/ To sleep, perchance to dream..."
ResponderEliminarAis!! Dais escalofríos!!
Vaya con el Shakespeare. No es mi intención producir esa sensación, pero si lo fuera, no olvides que los escalofríos, cuando terminan, dejan un temple muy conciliador en el cuerpo.
EliminarAdorablemente siniestro.
ResponderEliminarSaludos, dame blanche.
Lo siniestro forma parte de la cultura personal del individuo, creo. Pero yo no lo vería tanto por ahí.
EliminarEsa línea delgada e imperceptible entre el sueño y la realidad es como un cordón umbilical que nos alimenta de vida mientras soñamos . ¿Cuántas veces no hemos estado en la tesitura de pensar "esto lo he vivdo o lo habré soñado?.
ResponderEliminarUn placer encontrar tus letras y te invito a conocer mi espacio cuando gustes.
Saludos desde Tenerife.
http://gofioconmiel.blogspot.com.es/
Pues claro que el sueño es nutrición. También los sueños despiertos actúan como vigorizantes. Esa pregunta, ese dèja-vu que no distingue si hemos experimentado, soñado o es novedad, suele ser continuo en la vida.
EliminarMe apunto tu espacio, Gloria. Saludos.
¿Es Franz Heine quien sueña que sueña?
ResponderEliminar...y todo el que se quiera apuntar a soñar en es dirección, Quelle.
Eliminar(Ojalá que sí)
ResponderEliminarRe-lee las dos últimas frases y saldrás de dudas.
EliminarSí, sí, musas o destinos… las misteriosas mujeres. Genial. Ahí está la respuesta a mi pregunta, sí, y tiene mucho sentido (aunque todavía me he quedado con ganas de más... ¡lo siento!)
EliminarGracias, Dame.
Conviene soñar entre todos...imaginar, dibujar, recrear...las situaciones. Página abierta. Gracias a ti.
EliminarBorges y Cortazar, también se hicieron esas preguntas en sus cuentos..
ResponderEliminarSaludos, dame.
Suponoo que sí, y cualquiera que medite un poco sobre la vida propia, escriba o no. Un abrazo, María.
EliminarEntre la vida y la muerte, entre ficción y realidad. Intenso y profundo.
ResponderEliminarPuede que haya espacios invisibles, espacios que quieren seguir siendo ocupados, espacios que se pierden y cuesta aceptarlo. Muy amable al pasar y comentar, Garla.
Eliminar¿Y si resulta que simplemente somos soñados por un dios idiota ahíto de estrellas?
ResponderEliminarMe encanta tu prosa.
Pues que también seríamos soñados por nosotros mismos...Hemos creado tantas cosas, en la nebulosa del mundo de las ideas, los humanos. Acaso sea nuestra prolongación y materialización de la naturaleza en nuestra especie.
EliminarAl menos si tenemos vida vamos a vivirla y que las pesadillas desaparezcan y los sueños nunca sean imposibles.
ResponderEliminarMi abrazo para ti.
mar
Mar, nos nutren todos los estados y, antes o después, los humanos probamos y comprobamos cada arista de nuestras vidas, no me cabe duda. Claro, otra cosa sería que pudiéramos elegir...pero incluso para ello, para saber cómo y qué, habría antes que probar. No nos basta, por lo que se ve cada día en los dislates personales y colectivos, con lo que les sucede a los otros. Un abrazo.
Eliminarla vida sin sueños no tiene ni la mitad de gracia...me gusta tu blog!
ResponderEliminarEvidente, Sandler, además...no podemos elegir. Gracias por tu opinión.
EliminarAngustioso, pero muy bien descrito.
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Pérfida, es una manera de conjurar con las letras la imaginada angustia (antes de tiempo) Un saludo, pues.
EliminarMe has sorprendido muy gratamente. Un saludo
ResponderEliminarVaya, mejor que las sorpresas sean gratas, porque las hay desagradables también. Un saludo cordial.
EliminarHola. Muchas gracias por hacerme descubrir tu blog. Tienes textos muy buenos, de verdad. Con este me ha parecido soñar despierto por algunos momentos. Nos vamos siguiendo. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarNo está mal soñar en cualquiera de sus formas, Miquel. Es clave para la conciencia y todo lo demás. A veces los sueños, las ensoñaciones, las ilusiones...hay que imaginarlas, no sé si con letras o dándole vueltas al coco. Cada uno sabe. Saludos.
EliminarLo he leído dos veces y las dos he sentidos una sensación de que no hay limites, de que lo imposible se puede. Una sensación llamada numen.
ResponderEliminarSaltos y brincos
Vaya, eso que dices me interesa. Esa percepción tuya es la que ha guiado mi texto. Numen, Mana o simplemente vuelo, llámalo como gustes. Gracias por sensibilizarte, vuelve cuando gustes.
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