(Fotografía de Herbert List)
Existen ancianos que se aproximan sutilmente a las mujeres jóvenes. Sin rozarles siquiera aspiran el aroma que emiten sus cuerpos. Se concentran e inhalan el hálito hasta dejarse poseer por su agudeza. Las mujeres perciben inmediatamente el acercamiento intencionado del anciano. Se ponen en guardia. Encaran la mirada simulada o desprecian la lasciva. Con excusa o aparentando casualidad el anciano dispone rodear el cercado de un territorio que le está vedado. Se sitúa en una especie de tierra de nadie que no puede ser objetada. Después, desde su fantasía pretende que es reclamado por la mujer. Una mirada imprecisa o un gesto mal interpretado le hace concebir esperanzas ingenuamente. A veces se dirige a ellas con cualquier motivo tonto, o bien camina detrás demorando el paso, cuando no se detiene en seco al pararse las mujeres ante un escaparate. Es tenaz pero prudente. O más bien hábil. Persigue el olor de la hembra que adivina tras el movimiento de los cuerpos. Se conduce por la imaginación, sacudido por una suerte de deseo recóndito, no extraviado del todo. Hay momentos en que se encuentra en un tris de dar un paso fatal. “Señorita, oiga”, se le oye balbucear con voz quebradiza. Demasiado tarde. Se ha precipitado en recabar la atención y no sabe continuar. “¿Nos conocemos?”, le responde con aplomo ella. ¿Debe eludir la situación con la excusa de que le ha equivocado con una amiga de la familia? ¿O acaso pedir disculpas sin más? ¿Será lo mejor callar y girar sobre sus pasos? La quemazón del fracaso le deja mudo. “El método, es el método lo que me falla”, se intenta convencer en su huída del desastre.
Nunca me había parado a pensar de una manera tan poética en el tema de "los viejos verdes". Que me ha gustado mucho este enfoque...
ResponderEliminarHay tantos temas de la vida que no nos ponemos a pensar...Pero con frecuencia vamos incorporando muchos de ellos a nuestra consideración. No hace falta forzar el pensamiento, llegan antes o después.
EliminarA la vejez, viruelas.
ResponderEliminarRefrán sabio, como otros muchos. Pero no siempre todo es vejez ni tampoco viruelas. Es tan compleja la naturaleza humana y tan arduas las relaciones...
EliminarGracias por la información.
ResponderEliminarConserva esa sonrisa, es signo de salud.
ResponderEliminarUna muestra (más) de como en muchísimas ocasiones, aquello de llamar al ser humano "Ser Racional", es tal vez un poco exagerado... aunque por fortuna, aún parece existir la vida inteligente en algunos (éstos sí) seres racionales...
ResponderEliminarUn cordial, y utopazziano saludo.
Utopazzo, ya sabes cómo es la naturaleza humana: una tensión entre extremos, donde cuesta mantener el equilibrio. Pues un cordial utopazziano saludo.
EliminarLos cuerpos envejecen, pero la mente sigue pensando y la imaginación o la intención sigue haciendo de las suyas.
ResponderEliminarMe ha gustado el texto.
un abrazo.
E incluso la mente envejece, como parte del cuerpo que es, pero los resquicios de la fantasía subsisten en mayor o menor volumen. Observar a la gente por la calle es muy interesante.
EliminarGracias Mariola.
Mientras se mantengan detrás de la raya de lo que no es impropio, nada se les puede reclamar. Sólo añorar sus años mozos!
ResponderEliminarPero provoca mucha tristeza, sino profundo rechazo.
=(
¿Qué diferencia hay entre la mirada de un hombre de edad joven y la de un viejo? Siempre me lo he preguntado.
EliminarAl ser humano común (prodría escribir normal que sonaría menos despectivo, pero dejaría fuera de la normalidad a los pocos seres espirituales) lo movilizan los deseos de la carne y/o los del ego. No sabría decir cual es más en el avance extemporáneo.
ResponderEliminarUn beso grande
James, me haces pensar. Acaso los seres espirituales no son normales, luego no creo que se molesten si les dejas fuera de la normalidad. No es fácil, no, discernir entre los del ego (generalidad) y los de la carne (particularidfad)
EliminarSaludos.
A algunas mujeres también pueden gustarle los hombres mayores!
ResponderEliminarDebería insistir el hombre.
Aunque en lo personal,cuando he sentido algo como lo de tu relato,mi sensación es de rechazo.
supongo que un hombre joven acosado por una mujer muy mayor,también se sentiría incomodo!
Muy original relato,y una mirada diferente sobre un tema bastante trillado,digo,el de la seducción.
Sil. Hay de todo en la viña del señor, por supuesto. El mundo de los deseos es complejo y sinuoso. Hay que observar.
ResponderEliminarGracias por tu estímulo.
Me gusta mucho cómo lo describes, muy acertado en mi opinión... Me pasa como a Sildesur cuando un hombre muy mayor me acosa un poco, siento rechazo...
ResponderEliminarNaturalmente, y las mujeres sabéis distinguir muy bien cuando os cercan o cuando no os molestan, aunque sea la distancia y la manera de mirar la diferencia. Gracias, Eva.
EliminarDespués de estar unos días con papá, he comprobado que su negada fantasía juvenil ha devenido en verdosa baba patética...
ResponderEliminarVaya, Darío, ¿metamorfosis? ¿O cuentas pendientes?
ResponderEliminar