(Fotografía de Martin Stranka)
“Adoro tu desnudez”, estuvo por decir a su amante. Le pareció una frase tan vulgar que se contuvo. Y sin embargo, lo sentía así. Sentía aquel cuerpo que no poseía excesivo volumen pero que se alimentaba de una energía que le hacía crecer. Sentía también en el contacto un emocionante pudor que le remitía al primer hombre. Sentía que al ser tomada se convertía más que nunca en ella misma. No se trataba de una entrega circunstancial como otras en las que, en tantas ocasiones, se había visto ignorada si no despreciada. Y esa sensación de renovarse encendía más su pasión. Llovía con intensidad. No había nada mejor que hacer que acariciarse y escuchar el ritmo del aguacero inagotable. Al fin y al cabo ellos estaban allí por casualidad. La calle aparecía borrada. Habían sido levantados los tenderetes. Los últimos rickshaws permanecían aparcados bajo los cobertizos. Ni un perro. Allá abajo, la taberna no daba más de sí. Con la lluvia llegaba la parálisis de las actividades, la ociosidad y, en definitiva, las horas muertas. Y éstas, a su vez, traían la bebida en desmesura, las apuestas, los malos pensamientos y decires y, a la postre, las intrigas. “Somos hijos de la lluvia”, murmuró él apacible. La mujer se estremeció, imaginando que el tamborileo de los dedos del hombre sobre su espalda era el golpear de las gotas de lluvia. Luego, un extenso y amable silencio. “Lo nuestro, ¿durará lo que dure la lluvia?”, se atrevió a decir con voz pausada la mujer. “La lluvia durará todo el tiempo que nosotros nos amemos”, sentenció el amante. Entonces ella se desbocó, conjurando las horas. Tornándolas inagotables.
Que líric. M'agrada molt com fan perdurar les hores els protagonistes, la pluja que no para.
ResponderEliminarLa lluvia como cómplice, a veces como destino. Gracias.
EliminarCreo que hay que jugar el juego para que la lluvia no termine, o al menos, para que acabe antes que la lluvia. El encanto. Creo que esto lo vi en uno de los dibujitos que mira Lucrecia...
ResponderEliminarO que la lluvia sea criadora y dure lo que dure aporte.
Eliminarun placer encontrarme con tus letras... las seguiré
ResponderEliminarPues aquí serás siempre bien recibido, Seroma. Un placer también.
EliminarPRECIOSO!...un texto que me encantó por su delicadeza, su excelente juego de imágenes sugeridas, su justa carga emotiva, su precisa descripción de ambiente y emociones.
ResponderEliminarUn disfrute que te agradezco.
Un abrazo
Neo. Vaya, aquí se agradece también esa calidad receptiva de tu parte.
EliminarLiteratura en estado puro. Eres una escritora.
ResponderEliminarSaludos.
Pitt, uf, más bien impura y muy bruta aún, no sé separar muy bien la mena de la ganga.
Eliminarfantástico.....
ResponderEliminarlo que puede dar de si un día de lluvia.
...y su correspondiente nocturnidad.
Eliminar"Qué corto es el amor y qué largo es el olvido", escribió Neruda. Qué pocas son las horas intensas y quá pronto la lluvia termina.
ResponderEliminarOtro excelente relato.
Mira que aprecio a Neruda, aunque ahora se lleve poco. Pero ese hombre poematizaba más que respiraba. Probablemente es el poeta que más leí en mi juventud, aquellas ediciones, hoy amarillentas, de Losada de Buenos Aires. Gracias.
Eliminar¡Qué bello! En algún sitio debe de haber amores así, como diluvios que no cesan. Me pareció, realmente, hermoso.
ResponderEliminarEn algún sitio. No me cabe duda. Gracias.
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